En Oleiros, en una
pequeña isla sobre las aguas, se encuentra El Pazo de Santa Cruz.
Para acceder a él
antiguamente había que esperar a la marea baja o trasladarse en barca. Actualmente
una plataforma de madera nos lo facilita.
Hace unos días, los senderistas del Blog
Grupo de Andainas Rías Baixas, le hicimos una visita. Comenzamos caminando por
el paseo habilitado alrededor de la isla.
A veces el paso se ve
facilitado por escaleras de madera.
Pero habrá momentos en que
caminaremos sobre la roca de la isla.
En seguida accedemos a
donde se encuentra el edificio principal, en tiempos residencia de verano de
Emilia Pardo Bazán.
Dejaos ir calmosamente
por sus cuidados jardines y no os asustéis por los seres que los pueblan.
A través de la muralla
almenada otearéis el mar azul, Oleiros y A Coruña, y podréis echar un ojo de halcón
sobre lo visto anteriormente.
Abandonamos este conjunto, Bien de Interés Cultural, que junto con el mar en calma y las barcas
meciéndose tranquilamente, seguirán formando parte del decorado de nuestro
recorrido.
Los peldaños de una
escalera de madera nos elevan sobre el mar y nos llevan a otros parajes siempre
cercanos a la inmensidad salada.
De improviso nos sale al paso el colorido
espectáculo del Parque Das Galeras.
Tonos verdes, marrones,
azules… ¡Un baño relajante para los sentidos! Con el sonido del mar como música
de fondo.
Que también disfrutaremos
una vez llegados al Parque Nirvana colgado sobre el acantilado.
No dejéis de acercaros
hasta el emplazamiento del Faro de Punta Fieiteira de estructura poco convencional
pero con unas vistas increíbles.
Como es una ruta por las
orillas de La Ría de A Coruña, no pueden faltar los arenales. En la Playa de
Bastiaguiero los surfistas remontaban las olas que morían dulcemente en la
orilla.
Y en La Playa de Santa Cristina
el mar era un plato y las barcas se concedían un pequeño descanso.
Tomamos contacto con El
Malecón de Santa Cristina y las aguas que lo besan.
Y nos dimos un
pequeño garbeo por El Paseo Marítimo con
delfines como protagonistas principales.
También destaca la pétrea
figura del Torreón de Los Bescansa, antiguo polvorín del S. XVII.
Es una auténtica delicia
dejarse llevar sobre las maderas del paseo con el olor a mar en la
pituitaria.
Y con la sombra y el cobijo
de algunos ejemplares arbóreos.
Regresamos a Oleiros. Las
figuras casi de cómic del Monumento a Los Emigrantes seguían mirando al mar infinito. Los caminantes
los despiden con una sonrisa nostálgica y confiante.
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