Los
Senderistas del Blog Grupo de Andainas Rías Baixas estuvimos paseando por A
Costa do Dexo, declarada Monumento Natural en el año 2000.
Dimos
el pistoletazo de salida a los pies de La Iglesia de Santa María de Dexo.
Es
románica, del S. XII, con dos pares de columnas en la fachada sobre las que se
asientan arquivoltas con decoración geométrica.
De allí
partimos en busca del Océano Atlántico al que encontramos lanzando sus azules
aguas contra los acantilados de la zona.
Nuestros
pasos nos llevan por tranquilos senderos que nos permiten vislumbrar
algunas de las maravillas que tenemos en
nuestra Galicia.
Incluso,
desde distintos lugares, podemos avistar allá en la lontananza, La Torre de
Hércules.
Es un
verdadero placer y una evasión para la mente el poder deslizarse tranquilamente
por estos parajes acotados por la inmensidad azul del mar.
Con el
sólo sonido de las olas golpeando en la escarpada superficie del continente.
Pasamos
por El Puerto de Dexo. Ahora sin gran calado por lo que no tiene mucho
movimiento.
En las
inmediaciones todavía existe una vieja grúa que sería
utilizada para la carga y descarga.
Nosotros
la vimos de lejos y decidimos acercarnos a su precioso enclave.
La
vegetación es la propia de las zonas cercanas al mar y no interfiere el paso del caminante.
Aunque
también nos encontramos algún que otro pinar.
Y árboles de hoja caduca cuando nos
alejamos algo de los acantilados.
Llaman
la atención las “furnas”, o cavidades en la costa, formadas por la acción erosionante
e incesante del mar.
Por eso
se forman tan cerca de donde rompen las olas con su estruendoso vaivén.
Son tres, alguien las ha bautizado y reciben los nombres de “Furna Ollo Pequeno”, “Furna A Regocha” y “Furna
Ollo Grande”.
Para evitar
accidentes de quien se acerque demasiado, actualmente se encuentran rodeadas de
vallas de madera.
En un
momento de la ruta nos encontramos con unas antiguas baterías militares.
Ahora
están en estado ruinoso pero ponen una nota distinta en el camino.
Algo que no debéis perderos es la conocida como Punta do “Seixo Branco”.
Allí
podréis admirar una formación de cuarzo que recibe ese nombre y que parece una
gran cascada blanca deslizándose hacia el océano.
Desde
allí, La Torre de Hércules está a tiro de piedra.
Y los
senderistas se divierten como niños que juegan con los delfines.