Hay días en que nos apetece salir a senderear con nuestras mascotas.
Esta vez elegimos La Ruta
del Agua de Zas. Ya desde el inicio, Ripley y su dueña, nuestra hija Mary, se
mostraron muy interesadas.
Cualidad que fue en
aumento a medida que nuestros pasos nos llevaban a través de la senda e íbamos
entrando en contacto con los molinos por allí esparcidos.
No dejamos atrás El Pontón
sobre El Río Sisto.
Los sentidos se
despiertan y dejan entrar nuevas sensaciones, nuevos olores, nuevos colores,
nuevos sonidos, …. Y todo lo queremos
olisquear…
Cada recodo del camino es
una nueva experiencia que queremos y debemos curiosear.
Tanto los elementos
proporcionados por La Madre Naturaleza como los creados por los seres humanos.
El sendero es casi
siempre sosegado y fácil y las pequeñas incomodidades, cerca de La Cascada de
Budián, se sortean sin ninguna dificultad.
Es una verdadera delicia poder estar allí oyendo el sonido del agua cayendo en forma de cascada sonora y bella delante de nosotros.
Las palabras escritas en el banco son también nuestra inspiración.
Para seguir caminando con el sonido del agua, la vegetación frondosa y los molinos acompañándonos a nuestra vera.
Disfrutamos de la frescura
proporcionada por las aguas de La Cascada de Parga y su entorno.
¡Y qué decir del espectáculo
proporcionado por La Cascada de O Rabiñoso! ¡Su sonoridad líquida constituye
toda una maravilla que a todos encantó!
No sólo en su base sino a
medida que íbamos conociendo sus diversos aspectos a lo largo del recorrido.
Y desde luego que
aprovechamos para columpiarnos con entusiasmo, embelesados sobre sus aguas
azuladas.
En un entorno
verdaderamente espectacular en donde no falta el tradicional molino.
Ni el rústico pontón sobre El Río
Parga que nos traslada a épocas pasadas.
Pero sobre la mundanal realidad en donde las flores dan paso a los frutos preparándonos el cercano otoño.
En que no dudaremos de disfrutar de sus colores y su luz en compañía de toda la familia.
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