viernes, 24 de febrero de 2023

De Los Arcos A Viana, Camino Francés A Santiago

 En nuestra 6ª Etapa por El Camino Francés a Santiago nos desplazamos desde Los Arcos hasta Viana

Iniciamos admirando una vez más La Iglesia de Santa María con su Portada Plateresca del S. XVI, uno de los mejores ejemplos del Renacimiento Navarro. Delante de ella nos impresiona el Estilo Clásico del Pórtico del S. XVIII con una galería de siete arcos de medio punto. 

Pasamos bajo La Puerta de Castilla que formaba parte de la antiguas murallas. Reconstruida en el S. XVII y restaurada en el XVIII, consta de un arco de medio punto rebajado en cuya parte superior destacan tres escudos.  

Al poco nos encontramos La Ermita de San Blas con un ábside semicircular del S. XII.  Reformada en el S. XVII, está construida en piedra de sillería cubierta por un tejado a dos aguas en la nave y una bóveda de cuarto de esfera en el caso del ábside con numerosos canecillos lisos en los aleros.  

El peregrino continúa en pos de las flechas amarillas, símbolo del camino, que encontramos por doquier mientras la vista se recrea en la belleza del paisaje.

Caminando entre campos, ya segados, en algunos de los cuales descubrimos pequeñas construcciones que antaño estaban dedicadas a ser refugio de pastores y labradores.  

No faltan pequeñas áreas recreativas que proporcionan solaz al caminante. 

La localidad de Sansol va apareciendo paulatinamente ante los ojos del caminante.

Que, una vez allí,  deambula lentamente por entre sus casas solariegas y pazos barrocos.

Por cierto, que desde el enclave en donde se encuentra su Iglesia, de estilo barroco, podemos contemplar una bonita panorámica de la siguiente localidad: Torres del Río.

A la que llegamos después de cruzar un precioso puente de piedra sobre las aguas del Río Linares.

Sus casas de piedra las encontramos apiñadas en torno a La Iglesia del Santo Sepulcro. Joya del Románico del S. XII y raro ejemplo del arte medieval, podría haber sido obra de Los Caballeros del Temple como réplica de La Basílica de Jerusalén, en la que la forma circular se ha sustituido por otra de planta octogonal. 

Prosigue el peregrino su periplo, vigilado por las cumbres de las montañas presentes en el horizonte, mientras los dibujos realizados por las máquinas cosechadoras en los campos ponen la nota artística en el camino.

Los viñedos también están presentes al igual que algunos olivos y otros elementos vegetales.

Los artistas del camino también dejan su impronta, de variadas formas, a lo largo del trayecto.

Sobre todo muy cerca de La Ermita de La Virgen del Poyo

Después de la cual en el camino, durante un buen tramo, vuelven a aparecer los pedregosos refugios de pastores diseminados acá y allá y que el ojo de lince del caminante descubre sin dificultad.     

Por entre la verde vegetación circundante.  

Y, como quien no quiere, la cosa la imagen de Viana surge en el horizonte. Se alegra el peregrino al ver al alcance de sus botas el final de la etapa.  

Viana conserva el casco histórico de lo que fue una ciudad amurallada. Al pasar La Puerta de entrada no podemos más que emocionarnos recordando las miles y miles de personas que por allí han caminado desde mucho tiempo atrás.

Visitamos La Plaza del Coso con el llamado “Balcón de Toros” del S. XVII en donde se colocan las autoridades para presenciar espectáculos taurinos.

Y nos extasiamos contemplando la maravillosa Iglesia de Santa María, soberbio templo gótico del S. XIII y proporciones dignas de una catedral. Declarada Monumento Nacional, sufrió  numerosas reformas a lo largo de los siglos.

No dejamos atrás La Plaza de Los Fueros. En ella se alza La casa Consistorial, edificio barroco con dos hileras de arcos apuntados y balcones, rematado con dos torres laterales. Allí finalizamos esta emocionante jornada.

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