Hacía tiempo que soñábamos
con caminar por este magnífico escenario. ¡Y por fin lo conseguimos!
Para ello nos desplazamos
hasta Las Islas Berlengas, cerca de Peniche, Portugal, en donde cogimos el barco
que nos dejó en el puerto de A Berlenga Grande.
Ya desde el comienzo nos
llamó la atención el colorido de las aguas del Atlántico en estos parajes.
Nuestra caminata nos
lleva en una fuerte ascensión pudiendo contemplar, a pesar de la neblina reinante,
casi a vista de pájaro, el pequeño barrio
de pescadores y la inmensidad azul del océano.
También los bonitos
recovecos que va formando la erosión del oleaje golpeando contra los acantilados desde
la noche de los tiempos.
Uno de los puntos de
interés de la isla es El Faro del Duque de Bragança.
Activo desde mediados del
S. XIX se encuentra en una explanada en el punto más alto de la isla y su
estilizada y blanca silueta se divisa desde distintos puntos de La Berlenga.
Las Berlengas son Reserva Natural de La
Biosfera anidando por aquí distintas especies de aves, si bien la vegetación
que rodea los caminos por los que transitamos es bastante austera.
La verdad es que toda la
isla es un auténtico mirador y el objetivo principal de nuestro paseo puede ser
oteado desde variados rincones.
Se trata del Fuerte de São
João Baptista construido en el S. XVI, dicen que esculpiéndolo directamente en
la roca sobre la que se erige.
Nació como El Monasterio
da Misericordia da Berlenga para auxiliar a quienes naufragaban en estas aguas.
Más tarde lo usaron como
fuerte, constituyendo un punto defensivo muy importante.
También fue cárcel,
posteriormente abandonado, y ahora es un albergue turístico.
Para acceder a él
tendremos que descender un sinfín de escarpados escalones.
A medida que lo hacemos paseamos
la vista por el espectáculo colorido de las aguas con diversos matices de
azules, verdes,…
Sólo nos queda una
estrecha franja de tierra para llegar al fuerte, que se puede visitar
rodeándolo completamente.
Mientras, el agua salada
se cuela por los ojos de las vetustas arcadas.
Besa la arena de las
pequeñas calas.
Y sigue sin descanso horadando
la rosa roca granítica que encuentra en su incesante vaivén.
Echad un ojo alrededor y
veréis las misteriosas cuevas de La Berlenga que bien podrían haber sido nidos
de pirata en épocas pasadas.
Y probad a ver si encontráis
la ballena por aquí varada y que, ahora, no asusta ni a las gaviotas.
No dejéis de daros un
paseo en barca, de fondo acristalado, alrededor del fuerte.
Visitad y entrad sin
miedo en las múltiples cuevas y grietas de la isla, navegando sobre estas aguas cristalinas, de repente de un azul intenso, o de un verde turquesa, según se les dé...
Es así como descubriréis,
y casi tocaréis, la mágica silueta de la formación rocosa La Cabeza de Elefante.
Aprovechad también el
viaje en barco para avistar la costa cercana a Peniche en donde divisaréis La
Não dos Corvos.
Que conoceremos más de
cerca aproximándonos más tarde a Cabo Carvoeiro en donde nos dejamos llevar por
la magia y el misterio del lugar.
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