Paz y serenidad es lo que se siente ante este espectáculo ofrecido por La Madre Naturaleza.
Que pudimos contemplar
acercándonos hasta la localidad de Prado, en Covelo.
Cuya Iglesia de San
Salvador vio pasar muy temprano a Los Senderistas del Blog Grupo de Andainas
Rías Baixas.
Muy cerca vacas
autóctonas pastan tranquilas acompañadas de hórreos, casas en ruinas y antiguos
cruceiros.
Nos disponemos a recorrer
el llamado “Sendeiro das Estrelas” conociendo Los Molinos de Cende. Cada
uno tiene nombre propio. El primero que encontramos es El Molino "do Longo" con
un fantástico canal de piedra, al lado de una piscina azulada.
Le siguen El Molino "dos de
Vidal" con la hiedra adornando sus paredes y El Molino "dos de Chaparro".
El Molino "dos de Tuno" nos
acogió en un bonito paraje con piscina incluida y bonitas vistas a la sierra.
Seguimos camino bajo un
cielo azul brillante y rodeados de abundante vegetación.
Y aunque dicen que no se
ponen puertas al campo, tuvimos que abrir y volver a cerrar una rústica
cancilla.
Es primavera y la masa vegetal se adorna con la paleta colorida de la época que, junto con el cielo celeste, proporcionan una bonita jornada al caminante.
Algunos árboles todavía
no visten según la temporada pero aún así no están exentos de belleza.
El sendero se va
estrechando y el senderista ve a la izquierda El Río Tea encajonado y algo
lejano y los gigantes de 3 brazos al frente en la lontananza.
El corazón se acelera
cuando tenemos una avanzadilla de la cascada aunque algo lejana todavía. Por lo
que seguimos por la senda embobados con el paisaje.
Surcamos un regato con la
ayuda de un puente de madera.
Y al rato ya escuchamos
el potente sonido del Tea deslizándose sobre las rocas de su lecho, formando
pozas y la espléndida Cascada de Parrelos.
Es fascinante poder estar
allí y acercarnos casi hasta tocar el agua que baja rugiente y blanca y
escapándose vertiginosamente delante nuestra.
Hasta puedes sentarte en
un banquito, tranquilamente, a contemplar la cascada y todo su entorno.
Mas debe seguir camino el
caminante y nada mejor que por un precioso sendero entre arbustos coloridos.
Hasta llegar al enclave
en que el río Tea discurre bajo las piedras del Puente Abuiña, de un solo arco,
ya utilizado por los arrieros allá por los S. XVIII y XIX
en sus rutas.
Porque sabíamos su localización, si no habríamos pasado de largo sin ver esta auténtica joya, dado el descuido del paraje. Para verlo hay que descender hasta la orilla del río.
Echamos a andar nuevamente por camino ligeramente ascendente con predominio de pinos en la vegetación y con panorámicas de los lugares aledaños. Arribamos así a La "Carballeira do Rei", con una pequeña área recreativa para reuniones familiares.
Vamos retornando hacia Prado y lo hacemos por un camino fácil de andar y en donde el color de los tojos saltaba por doquier formando en ocasiones un verdadero mar amarillo. Callejeamos por la localidad entre pozos de diferentes tamaños, hórreos y casas de piedra, algunas abandonadas pero todavía con encanto.
Visitamos también La Zona Fluvial de Fondo de Vila en donde confluyen las aguas de Los Regatos de Ponte Pardellas y Latedo. No os perdáis su bonito puente de piedra.
Ni el silencioso molino que ahora descansa oyendo solamente el murmullo del agua.
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