Aprovechando el buen
tiempo nos hemos decidido a caminar cerca del mar.
Y lo hacemos
desplazándonos hasta la localidad de Xuño, en Porto do Son, para disfrutar también
de las lagunas por allí existentes.
Para llegar hasta ellas inicialmente
recorremos una masa boscosa y una senda en la que la primavera ha tapizado de
flores el camino.
Y muy pronto se nos
ofrece una primera visión de los humedales y el mar.
Que no tardamos en
admirar más de cerca. Comenzando por La Laguna de Xuño.
En varios momentos del
recorrido se puede caminar sobre pasarelas de madera que dan dinamismo y
agilidad al paso del caminante.
Aunque también nos
deslizamos por senderos llenos de encanto.
Que parecen conducirnos
directamente al séptimo cielo.
Y, cómo no, también nos
llevan a la verita, ver, de las lagunas que se convierten en protagonistas destacadas
del paseo.
Pisa ahora el caminante
fina y blanca arena siguiendo el rastro de las huellas marcadas sobre ella.
Y le toca el turno ahora a
La laguna de San Pedro de Muro vestida con una variada paleta de verdes,
azules, ocres…
Con formas sinuosas y
curvilíneas y conjugando agua dulce y agua salada.
Por cierto, si os gustan
las aves, no dudéis en dar uso a los observatorios disponibles para su
observación.
Abandonamos la orilla marítima
para adentrarnos en otros territorios, pero siempre acompañados de belleza.
En este tramo no faltan
las fuentes, las casas de piedra, los hórreos y cruceiros…
Pero en seguida tiramos
de nuevo hacia el rumor de las olas. En este caso las que vienen a besar la
arena de La Playa de Espiñeirido.
En donde se nos ofreció
un espectáculo añadido por la presencia de varios caballos y sus respectivos
jinetes galopando sobre el arenal.
Continúa el viajero su
periplo y lo hace por veredas adornadas con coloridas flores propias del
litoral.
No dudéis en bajar de nuevo a la arena haciendo
buenos los versos del poeta: “caminante no hay camino, se hace camino al andar…”
Y siempre teniendo como
compañero el vaivén de las olas en su incesante movimiento.
Las arenas forman ahora
La Playa da Lagoa preciosa en su solitaria inmensidad.
Retornamos a las
pasarelas que, serpeando, nos llevan raudos sobre el paisaje dunar.
Los surfistas se
divierten navegando con sus tablas, en La Playa das Furnas, Ramón Sampedro dirige
su mirada al infinito, en dirección contraria al acantilado.
El senderista encamina
sus pasos hasta El Puente Medieval sobre El Río Siera.
De estructura muy simple, presenta un arco ligeramente apuntado. Es una maravilla verlo cómo desafía la gravedad y se sostiene por la presión
que ejercen sus desgastadas piedras entre sí.
Nada como dejarse llevar
por esta nuestra Galicia, ¡un auténtico paraíso!
Que aventura.
ResponderEliminarRealmente foi unha aventura! E máis cando apareceron os cabalos e os seus xinetes a galopar pola praia!
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