Y ya estamos en la cuarta
etapa de nuestra peregrinación que nos lleva desde Portomarín hasta Palas de
Rei.
Era bien de mañana y los
peregrinos estábamos con buen ánimo para enfrentar la larga jornada.
Iniciamos camino pasando
debajo de la escalinata que conduce al poblado de Portomarín y que habíamos
conocido el día anterior.
Tras cruzar el puente
sobre El Regato Das Torres nos adentramos en una fresca masa arbórea.
Aunque era temprano ya no
éramos los primeros en pisar ese día las tierras por las que discurre el
camino.
Con la ruta sin
impedimentos para el buen caminar del peregrino.
Y que en varias ocasiones
nos va a llevar por trayectos paralelos a la carretera.
Ya sea por el margen
derecho o por el izquierdo.
También por frondosos
bosques.
Y no faltan las agradecidas áreas
recreativas.
En donde tomar un respiro
y descansar el peso de la mochila.
Ni los hórreos galegos
que tanto llaman la atención del peregrino foráneo y que tanto servicio
hicieron para guardar la cosecha de los roedores.
Al llegar a Castromaior
nos detenemos en su iglesia, sencilla y de construcción románica de finales del
S. XII dedicada a Santa María.
Por cierto que a la
salida del pueblo nos encontramos con otra variación del camino con respecto a
otros años en que habíamos caminado por aquí.
Ahora se pasa cerca de
las inmediaciones del Castro de Castromaior y hay quien se acerca para ver los
restos prerromanos.
Llegados a Ventas de
Narón sellamos la credencial en La Capilla de La Magdalena que dicen tiene su
origen en un antiguo hospital de peregrinos.
Al poco de pasar Lameiros
nos encontramos con esta área de descanso.
En donde pudimos admirar
este fantástico cruceiro de doble cara del S. XVII en cuya base podemos ver elementos del
calvario y en la cruz en un lado el crucificado y en el otro la virgen con el
niño.
Estamos ya en Ligonde y ahora el peregrino se
desliza entre muros de piedra.
Por lugares estrechos en
los que hay que ir casi en fila india.
Aunque enseguida vuelven
los lugares amplios y concurridos.
Ya en Lestedo observamos
las casas de piedra y nos acercamos hasta el paraje en donde se encuentra La
Iglesia de Santiago de portada adintelada y espadaña con tres vanos de medio punto.
Llegamos a A Brea y de nuevo volvemos a
caminar por bonitos senderos.
En donde el ramaje de los
árboles impedía que el sol nos diese de pleno.
Y por donde los
peregrinos caminaban tranquilos y confiados.
Y henos aquí ya en la
entrada de Palas de Rei siendo recibidos por su impresionante iglesia.
Está dedicada a Santo
Tirso, fue construida en el S. XII de estilo románico pero con las sucesivas
restauraciones poco queda ya de esas características.
Aquí se pueden sellar las
credenciales y según nos comentó el párroco, con el segundo sello más antiguo
del camino por detrás, claro, del de Santiago.
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