En nuestra quinta etapa
caminamos desde Palas de Rei hasta Ribadiso en Arzúa.
Comenzamos a caminar y muy
cerca fuimos recibidos por estos peregrinos bailando, obra de J. A. Novoa.
Después de cruzar la
carretera enseguida nos adentramos en un frondoso bosque.
Llevamos una marcha ágil
y rápidamente nos vemos en San Xulián do Camiño.
Allí, caminando sobre su
suelo empedrado, volvemos a ver los tradicionales hórreos que guardaban el
grano, patatas,…
Pero sobre todo nos llamó
la atención su iglesia románica del S. XII. Aunque muy modificada a través de
sus reformas, mantiene este bonito ventanal de arco de medio punto.
Continuamos sin pausa y
casi sin darnos cuenta estamos ya en Ponte Campaña que recibe al peregrino con
esta gran concha de vieira viendo pasar El Río Pambre.
Casanova, Porto de Bois y
Campanilla están a nuestra espera mientras nos deslizamos bajo la sombra de
árboleda autóctona.
Su retorcidas ramas se
extienden protectoramente sobre nuestras cabezas.
Lo que hace que el
peregrino camine tranquilo y confiado.
Llegados a Leboreiro, que
en El Códice Calixtino era llamado “Campus Leporarius” o Campo de Liebres, nuevamente
pisamos suelo empedrado.
No dejéis de visitar su
iglesia dedicada a Santa María, gótica con características románicas y toda ella
una preciosidad.
Si entráis, contemplaréis esta
bonita imagen policromada de la Virgen del S. XIV además de una pintura mural del XVI.
Su portada también es de
admirar con un altorrelieve de la virgen con el niño en brazos en su
tímpano.
También atrae la atención
de los peregrinos este cabazo, especie de cesto hecho con mimbre o palos
entrelazados y techumbre de paja, delante de la iglesia y que representa los
antiguos celeiros para guardar el grano y también fruta.
Proseguimos camino y ahora
los peregrinos cruzan El Río Seco que discurre bajo este puente medieval
del S. XIV.
Y nos adentramos así en El Polígono Industrial de A Madalena. Es verano pero los suelos ya se van alfombrando de seca
hojarasca.
No faltan los puentes de
madera ni los monolitos en
recuerdo de los peregrinos que por allí pasan.
Pasado el parque
empresarial camina otra vez el peregrino bajo la sombra de los árboles.
Y de pronto nos hallamos
entrando en Furelos a través de su Puente Romano.
Su estructura presenta 4
arcos de medio punto y su suelo, ahora desgastado, en tiempos fue empedrado.
Aquí en La Iglesia de San
Juan de Furelos, del S. XIII y que conserva parte de sus características
románicas, se puede sellar la credencial al mismo tiempo que vemos todo lo que
atesora su interior.
Estamos ya en la
población de Melide y aquí hay que hacer la paradiña de rigor para ir a tomar
el pulpo á feira, en Ezequiel, que, sea la hora que sea, ¡sienta que es una
maravilla!
Visitamos varias de sus
iglesias como la de San Roque, en la que también estampamos un nuevo sello en la credencial, y La Del Carmen.
Destacamos La Iglesia de Santa
María de Melide del S. XII, de una sola nave y ábside semicircular, monumento nacional y verdadera joya del
románico.
Continúa el peregrino su
caminar entre bosques y corredoiras disfrutando de momentos inolvidables.
Esta fuente nos indica
que estamos entrando en Boente en cuya iglesia, dedicada a Santiago, añadimos otro sello más a nuestra
credencial.
A continuación realizamos
un vertiginoso descenso al encuentro del Río Boente y lo encontramos cerca de
un área recreativa en donde podemos descansar y refrescarnos.
Subimos un duro repecho,
llegamos a A Castañeda, Pedrido y O Río y poco después, por fin alcanzamos
nuestra meta de la etapa: Ribadiso.
Y lo hacemos pasando esta
maravilla de puente medieval con un solo arco de medio
punto sobre El Río Iso.
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