Esta vez nos dimos una vuelta por Caldas de Reis y su entorno.
La iniciamos en el Paseo
del Río Bermaña que por allí, sólo rumor, se desliza tranquilo y suave.
Enseguida entrega sus
aguas al Río Umia en cuyo paseo vamos encontrando diferentes esculturas y
fuentes diseminadas aquí y allá.
Si echamos la vista a lo
alto vamos entreviendo la figura de La Iglesia de San Pablo al tiempo que nos
vamos acercando más al Umia y su paseo cerca de ruinas de molinos, puentes y
balnearios.
No olvidemos que el Umia
es el alma líquida de esta villa termal.
Nos adentramos en su Jardín Botánico. Nos saludan los robles y otros elementos arbóreos que por allí pululan, junto con muestras artísticas de distintos autores y épocas.
El discurrir del Umia por estos pagos es sereno y tranquilo, invitándonos a seguirlo a contracorriente.
Un antiguo puente de
irregulares piedras surge ante nosotros y nos invita a cruzar al otro lado.
Unas ruinas, quizás de un
antiguo molino, son testigos de nuestro caminar.
Una bonita senda nos da a
conocer bellos momentos del líquido elemento jugando con las piedras de su
lecho.
Fantasmales vestigios del
pasado, muy cercanos al discurrir de la belleza
húmeda del Umia, dan cuenta de la dureza de la vida en épocas pasadas.
Así como varios molinos
que, en distinta forma de conservación, nos informan de la intensa actividad de estas
tierras en época de molienda.
Una estructura rojiza y
altiva surge ante el caminante que se acerca a contemplarla. Se
trata de la Antigua Fábrica de Luz construida en 1900 y activa durante más de
50 años.
La senda serpentea
después por entre distintas especies arbóreas de nuestra Galicia.
Hasta encontrarnos con
una calzada presumiblemente romana, por donde pasaba la famosa Vía Romana XIX,
y que nos conduce al Puente de Segade, de base romana pero reconstruido en el
S. XVIII.
No dudéis en bajar unas
escaleritas que por allí se encuentran y que nos llevan a conocer de primera
mano la base del puente de un único arco, y el precioso transcurrir del Umia.
Tampoco os perdáis las
vistas que se nos ofrecen subidas de nuevo las escaleras en un coqueto
rinconcito, a la izquierda, sobre el Umia.
Sigue caminando el
senderista por un suelo bien acondicionado por entre árboles autóctonos desde
donde podemos atisbar la alta chimenea
de la antigua Fábrica de Luz.
Ante la cual llegamos en
un periquete. Impresionan su altura y la majestuosidad que todavía conserva a
pesar de los largos años de inactividad.
Pero lo mejor es el
espectáculo que a su vera se ofrece ante el visitante: El Río Umia
desmelenándose colina abajo sobre superficie rocosa, formando la llamada
Cascada de Segade.
Adornan el momento unos
cuantos molinos diseminados por el entorno.
No faltan coquetos pozos
y oportunos puentecillos.
Que nos llevan en
volandas, disfrutando por la orilla del Umia que por estos parajes se nos
muestra cual niño mimado, salvaje y
travieso.
La senda no inquieta para
nada al senderista que, entre elementos vegetales y otros creados por la mano
del hombre, se deja llevar arrullado por el líquido elemento en donde navegan
tranquilos unos cuantos patos coloridos.
Hete aquí que estamos de
vuelta en El Jardín Botánico en donde descubrimos nuevas esculturas.
Que nos conducen hacia el
enclave en que se encuentra La Iglesia de Santo Tomás Becket del S. XIX,
construida con los restos de La Torre de Doña Urraca, y escoltada por
estilizadas palmeras.
No paséis por alto el
Cruceiro de su atrio. Presenta a Cristo Crucificado con tres clavos y las manos
cerradas inclinando la cabeza ligeramente a la derecha con una corona de
espinas. No falta La Virgen rogando, ni
diversas herramientas de La Pasión, así como las figuras de Adán y Eva.
Muy cerca podréis
experimentar las propiedades del agua que mana de una Fuente Termal,
característica esencial de Caldas de Reis, y también en un lavadero próximo a
ella.
Dando por finalizada esta
bonita ruta esencialmente líquida.
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