En nuestro periplo por Euskadi no dejamos atrás La Ruta de Los Tres Templos.
El primero que visitamos
fue El Santuario de Loyola dedicado a San Ignacio de Loyola nacido en dicha
localidad en 1491. Situado en El Valle del Río Urola, es un complejo
arquitectónico construido en torno a La Casa Torre de los Loyola.
Iniciamos la visita
conociendo La Casa Natal, edificio que data de los S. XIV-XV. Nos recibe
el blasón familiar y una escultura de bronce que nos muestra la llegada a la
mansión del Ignacio soldado, herido gravemente en un conflicto bélico contra
tropas franco-navarras.
Estructurada en 4
plantas, recorriendo sus diversas estancias nos sentimos transportados a la
época en que Íñigo López de Loyola la habitaba. En ellas se nos muestran
espacios de la vida cotidiana de la casa, como la cocina, las habitaciones de
los señores, el oratorio, el comedor, el salón de honor, los tapices, …
Pero si hay algo que
destaca en el recinto, es La Basílica de Loyola, dominada por una cúpula y
precedida por un amplio pórtico decorado en Estilo Churrigueresco, modalidad
exuberante del Barroco español.
Una majestuosa escalinata
nos invita a la visita de este templo, diseñado por el arquitecto italiano
Carlo María Fontana, construido a base de grandes bloques de mármol extraídos
del Monte Izarraitz e inaugurado el 31 de julio de 1738, Fiesta de San Ignacio.
Al hacerlo descubrimos su
interior, ricamente engalanado, predominando el dorado. En los distintos altares
es donde mejor se distingue el estilo churrigueresco, sobre todo en El Altar
Mayor con la imagen de San Ignacio, enmarcada entre fastuosas columnas
salomónicas. Todo un espectáculo visual que no deja ningún hueco libre.
El Órgano, de finales del
S. XIX, perfectamente conservado, es otra pieza destacada en el interior de la
basílica.
Al elevar la vista
sobresale la grandiosa cúpula en todo su esplendor. Con un diámetro de 20
metros, alcanza los 50 de altura. En ella están representadas las
virtudes de la Fe, Esperanza, Caridad, Prudencia, Justicia, Fortaleza y
Templanza. También se encuentran los escudos de Los Austrias y Los Borbones,
patrocinadores de esta gran obra.
A continuación nos
dirigimos a Zumárraga localidad en donde se encuentra La Ermita de la Antigua
llamada así porque fue la primera parroquia de Zumárraga, allá por el S. XIV.
Su nombre oficial es Ermita de Santa María y está dedicada a La Visitación de
Santa María a su prima Santa Isabel.
Aunque parece una Construcción Románica, cronológicamente hay que situarla en El Período Gótico de Euskadi,
aunque construida con elementos arcaizantes para la época. Fue declarada
Monumento Histórico-Artístico Nacional en 1965, y Monumento Histórico-Artístico
Vasco en 1984.
Presenta planta rectangular, con ábside trapezoidal, y una sola nave dividida por
seis gruesas columnas de piedra caliza. Se accede a su interior por una sencilla portada abocinada de arco
ojival, formado por cuatro arquivoltas simples, apoyadas sobre otras tantas
columnas con capiteles esquemáticos. A
su derecha, se abren dos pequeñas ventanas góticas tardías.
Una vez dentro, llama nuestra atención su extraordinario artesonado en madera de roble, que forma un complejo entramado de vigas, tirantes, antepechos y tornapuntas. De construcción rústica presenta una perfecta simbiosis entre la piedra y la madera que le ha otorgado el sobrenombre de Catedral de las Ermitas.
Hay que elevar la vista
para poder observar varios de los detalles que nos ofrece, como Las Tallas que
rematan las vigas: dos grupos de tres mujeres de rostro estilizado, ataviadas
con un zapi o pañuelo formando un bonito tocado.
A las que se añade una
talla suelta, conocida como “La Lechera” por aparecer entre lo que se interpreta que podrían ser
dos katilus o tazones.
¡Ah! Y no os dejéis atrás
un grupo de 3 cabezas de hombres sin adornos.
Tras unos trabajos de
limpieza y rehabilitación de la madera se encontraron varias Pinturas bajo el
coro que nos muestran La Leyenda de San Miguel, cazador, lobo y jabalí, así
como un dragón.
También existen varias
tallas en madera: La Imagen de La Antigua, aunque no es la original románica,
desaparecida hace tiempo, presenta el torso ladeado hacia la izquierda, porta
una manzana en su mano derecha mientras que con la izquierda, sostiene al niño
en una pose totalmente maternal.
Un Cristo de Estilo Gótico y una Escultura de La Piedad, Renacentista, caracterizada por la ingenuidad con que está tratada,
destacando el tamaño a escala infantil de la imagen de Jesús, comparada con la
de la Virgen.
El siguiente templo que
visitamos, El Santuario de Arántzazu, fascina por su originalidad y
creatividad. Pero, sobre todo, es testimonio de la labor ejercida por un plantel de artistas rompiendo
con los moldes arquitectónicos de la época.
Ya que, situado en El Municipio de Oñate, Guipúzcoa, en El Parque Natural Aizkorri-Aratz, rodeado de
vegetación, colgado sobre barrancos y edificado sobre roquedales en una zona
agreste y natural, las obras del actual Santuario comenzaron en 1950 dirigidas por los arquitectos Sáenz de Oiza y Laorga.
Además, las puertas de
hierro son de Eduardo Chillida, las
pinturas de Néstor Basterretxea y Lucio Muñoz realizó el altar. La huella del
escultor Jorge Oteiza está presente en todo el conjunto ya que es autor de La
Piedad del centro de la fachada y de los, curiosamente, 14 Apóstoles situados
más abajo.
Las piedras puntiagudas
que forman la fachada del santuario semejan algo parecido a un espino recordando la leyenda según la cual a un pastor se le aparece La Virgen en este
arbusto. Al verla allí, le pregunta: “Arantzan zu?”: ¿Tú en un espino? dando lugar a esta veneración y al nombre del santuario.
Una vez atravesadas las
puertas de hierro nos encontramos frente a un retablo
donde se sitúa La Virgen de Arántzazu,
patrona de la ciudad.
Todo el interior,
caracterizado por la oscuridad, posee madera tallada y policromada.
Destacan unas vidrieras, que iluminan el
espacio, realizadas por Xabier Álvares de Eulate. También hay pinturas de
Xabier Egaña en los pasillos.
Y ya sin vacilar nos
dirigimos a la localidad de Oñate. A los pies del Monte Aloña esconde un
excepcional casco histórico, lleno de notables edificios, palacios e iglesias
de gran valor arquitectónico. El primero que nos encontramos es El Edificio de
La Universidad Sancti Spiritus
considerada como una de las joyas de la arquitectura civil del
Renacimiento vasco.
Todo un icono de la
localidad fue la 1ª universidad del País Vasco. Construida en el S. XVI, en su fachada elegante y señorial,
compuesta por cinco partes divididas por pilastras decoradas por el escultor
Piarres Picart, podemos ver su Estilo Renacentista.
Su iconografía muestra al estudiante, con gran cantidad de detalles, los valores tanto del cristianismo como del paganismo que debía tener como meta.
Destacan también sus dos
esquinas. Hoy en día alberga El Archivo Histórico de Protocolos de Guipúzcoa entre otros.
Muy cerquita nos recibe
La Iglesia de San Miguel Arcángel.
Se trata de un templo de Estilo Gótico Flamígero representativo de mediados del S. XVI.
Destaca su claustro sobre El Río Ubao. Acostumbrados a ver claustros con un patio interior, en esta ocasión
nos encontramos un claustro construido sobre el agua uniendo los edificios con
puentes, haciendo que el río pase
debajo, hecho que lo hace único en España.
En seguida nos adentramos
en El Casco Histórico hasta La Plaza de Los Fueros. Rodeada de edificios
porticados en tres de sus lados, en ella destaca La Casa Consistorial de Estilo Barroco Rococó.
Construida a finales del
S. XVIII de piedra sillar con buena arcada, preside el lugar. En su parte
central vemos, perfectamente conservado, el escudo original de esta villa que
evocando recuerdos de una grandeza lejana deja impresiones de melancolía en el
alma de sus visitantes.
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