lunes, 22 de marzo de 2021

Miradores De A Pastoriza, O Castelo De Ardán Y Chans De Cela

 No faltan en nuestra Galicia lugares desde donde otear la salada inmensidad azul.

Y es lo que hicimos en esta caminata que iniciamos cerca de A Pastoriza, Marín. El día amaneció claro y el celeste era la nota predominante en la paleta de colores del paisaje. 

La primavera está cerca, aunque algunos árboles se nos muestran todavía despidos de ropaje.

Y no tardamos en tener la primera visión de La Ría de Pontevedra en todo su esplendor. 

Allí todo resplandece, el cielo, la vegetación y los caballos en la tierra, las bateas y los barcos en la mar,…

Pasaron los minutos y allí andábamos para adelante y para atrás maravillados, llenando el alma y tratando de absorber toda la buena energía que se percibía. Para no perder detalle también nos sentamos en el banco colocado para tal efecto. 

Seguimos camino y lo hacemos descendiendo vertiginosamente, ayudados de nuestros bastones, por una sendita entre tojos y pinos y desde la que de vez en cuando atisbábamos El Océano Atlántico y La Isla de Ons en la lontananza.

Llegados a camino más ancho seguimos acompañados por la sombra de la arboleda, y de una autóctona carballeira. 

El sonido del Regato das Corgadas nos anima al tiempo que nos topamos con La Cruz de Rolán.

Y nos dirigimos ya cara a nuestro siguiente objetivo. Y lo hacemos por un camino ascendente en el que los muros nos dejan ver la verde pátina musgosa del paso de los siglos. 

Y hete ahí que lo tenemos delante nuestra: “O Castelo de Ardán”. Envuelto en la leyenda, con tesoro de mouros incluido, los restos en él hallados hablan de la existencia de Un Castro de la Edad de Hierro con reocupación medieval en forma de Castillo.

Situado sobre una abrupta colina granítica, a la que accedemos por un sinuoso sendero, domina todo el entorno costero de La Ría de Pontevedra. Y como la moda manda, alguien colocó allí, un banquito desde donde poder observar todo el espectáculo. 

No se queda atrás la panorámica que se nos ofrece desde El Mirador de Chans.

En la zona existe un área recreativa, algo abandonada, con fuentes y asadores para pasar una jornada en familia. Cerca, bonitos caballos pastan y deambulan pacíficamente. 

Nuestros pies nos llevan ahora entre muros de piedra cubiertos de hojarasca, musgo y diminutos helechos.

Y nos acercan hasta un lugar de enterramiento, con “A Tumba do Portugués” Y “A Mámoa do Rei” de épocas muy dispares. 

El sol nos acompaña y la frondosidad de los árboles en la ruta resulta providencial.

Y así llegamos al paraje en donde se encuentran las ruinas de La Capela de San Lourenzo, del S. XVII

Muy cerca, en un solitario rincón, un pozo recoge las aguas de la zona. 

Contribuyendo así una con pizca más de encanto a la ruta. 


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