En esta caminata Los Senderistas del Blog
Grupo de Andainas Rías Baixas tenemos como compañeros de viaje al Río Tambre y
dos de sus afluentes: Los Ríos Noa y Mera.
La iniciamos en La Playa Fluvial de A
Tarroeira en donde el Río Mera entrega sus aguas al Tambre.
Seguimos el cauce del Mera al que encontramos agitado y revuelto añadiendo pinceladas de azul y blanco a su entorno.
La senda es estrecha y sinuosa. De vez en cuando providenciales escaleras ayudan al caminante.
Seguimos el cauce del Mera al que encontramos agitado y revuelto añadiendo pinceladas de azul y blanco a su entorno.
La senda es estrecha y sinuosa. De vez en cuando providenciales escaleras ayudan al caminante.
Un viejo molino, cubiertas sus paredes de
trepadoras hiedras pone el punto nostálgico y contribuye a dar encanto a la
ruta.
La banda sonora está compuesta por las aguas
que se deslizan rugientes y veloces a nuestra vera para después ofrecernos
sones sotto voce en sus momentos de relax.
Estilizados árboles movidas sus hojas por la
brisa, se unen al concierto, haciendo que el caminar sea todo un placer para
los sentidos.
Disfrutando del espectáculo ofrecido por La
Madre Naturaleza.
Como en el paraje en que un solitario molino
es consolado por la alegría desbocada del Río Mera en forma de cascada.
Llegamos así al Molino Da Pena, antiguamente
aserradero y también dedicado a la molienda, hoy en día reconvertido en casa
rural.
En cuyas inmediaciones descubrimos un
artístico cruceiro y algo más adelante el pequeño Puente de Puñide de época
romana.
Sigue su periplo el caminante acompañando el
plácido fluir del río Mera.
Y rodeado siempre de la belleza natural de la
arboleda de ribera.
Al rato nos encontramos con La Iglesia de
Santa María de Gonzar. No os perdáis el cruceiro que descansa
a sus pies.
Nos lanzamos ahora en busca del río Noa y lo
encontramos bullicioso y lleno de vida
con el líquido elemento jugando alegre por su cauce.
También hay remansos llenos de placidez con
reminiscencias del pasado en forma de molinos y otras ruinosas
construcciones.
Como A Maquía da Arnela ahora una aparición
fantasmal, devastada por el tiempo y el olvido, pero que conserva un no sé qué
que nos lleva a ver el esplendor de antaño.
Continúa el río Noa deleitándonos con rápidos
y pequeñas cascadas antes de unir sus aguas a las del Tambre.
Que toma el relevo y serán ahora sus aguas
cantarinas las que entonen la sinfonía de nuestro caminar hasta su punto
final.
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