Los senderistas del Blog
Grupo de Andainas Rías Baixas estuvimos visitando El Monasterio de Caaveiro y
sus alrededores.
Inicialmente nos recibe
un camino con variedad de especies arbóreas destacando los castaños.
Y ya vamos avistando en
la lejanía la pétrea estructura del monasterio.
Poco a poco la senda se
va estrechando y al mismo tiempo embelleciendo con nuevos ejemplares de la
flora autóctona e indicándonos que el monasterio está cerca.
Y hete aquí que ya nos
encontramos en el enclave en el que se encuentra el monasterio fundado por San
Rosendo, allá por el S. X para reunir a
los anacoretas de alrededor.
Nos impresiona la serena
belleza de esta estructura declarada Monumento Artístico Nacional en 1975.
Entramos con emoción a
través de su arco para admirar La Iglesia de Santa Isabel, A Casa dos Coengos,
el atrio y otras instalaciones.
Parte de la iglesia se
considera románica aunque, al igual que el resto de instalaciones, sufrió
restauraciones y modificaciones a lo largo del tiempo.
¡Fijaos qué bonita esta estructura
almenada!
Al lado del monasterio se
desliza El Río Sesín al que no dudamos en visitar. Y lo encontramos retorciéndose
entre las rocas de su lecho.
Y deslizándose bajo las
piedras milenarias de este impresionante puente de sillería medieval.
Todo ello en un marco de incomparable
belleza con ruinas de molino incluidas.
Que guardan en sus
piedras historias y cuentos de duendes, hadas y vidas de antaño.
Que sin duda saciaban su
sed en esta romántica fuente cercana llenándose de entusiasmo y energía.
Antes de continuar su
periplo rodeados de mágica verde masa arbórea.
Acompañando al Sesín en
su discurrir hacia El Río Eume.
Cruzándolo sobre
providenciales puentes.
Siendo testigos del
momento de unión de las aguas de los dos ríos.
Y admirando la vegetación
que contribuye al encanto de este lugar de ensueño.
La senda nos pone ahora
al río Eume como compañero de ruta.
Y también nos hace pasar
un ameno momento subiendo y bajando un complicado paso ayudados, eso sí, por
una oportuna y firme cuerda.
O saltando alegremente pequeños
regatos al tiempo que el alma se divierte y vuela.
El Eume nos ofrece un
espectáculo incomparable. Ya sea con sus aguas tranquilas y mansas, ya sea con
la blancura burbujeante al sobrepasar obstáculos en su cauce.
¡Y qué bien sienta poder
cruzarlo tranquilamente sobre A Ponte Colgante de Fornelos!
Para descansar
tranquilamente en una pequeña área recreativa desde donde seguir contemplando
la bulliciosa sonoridad líquida del Eume.
Enseguida nos encontramos
con El Puente de Santa Cristina.
Que no cruzamos para
adentrarnos en una senda, con árboles de troncos estilizados y largas
enredaderas colgando, verdadero regalo para los sentidos.
Las aguas blancas y
azules del Eume continúan interpretando la música de fondo de nuestro caminar.
Acompañadas de vez en
cuando de sonoras cascadas que sorprenden gratamente al caminante.
Que, jugando a ser poeta
de fantasía e imaginación, desliza sus pasos suavemente, sin querer romper el
embrujo que de allí emana.
Y que toca nuestros
corazones, emocionándolos y quedándose ahí para siempre.
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