Estando en París casi
todo gira en torno a La Tour Eiffel.
Esta vez llegamos a ella
desde La Place du Trocadéro mandada construir por Napoleón III a finales del S.
XIX.
Desde ella se obtiene una
amplia visión de La Tour y es visita obligada de todos los que a París se
acercan.
Además del Palacio Chaillot, por toda la plaza
veréis desperdigadas varias esculturas, como las de bronce dorado, “Hercule
domptant un bison” de Albert Pommier, “L´Homme” de Pierre Traverse, “La Femme”
de Daniel Bacqué, “Apollon Musagète” de Henri Bouchard, …
No os perdáis Les Jardins du Trocadéro donde destaca
La Fontaine de Varsovie.
Un
conjunto de estanques y fuentes en cascada que hacen las delicias de los visitantes, que,
en días de calor, incluso se atreven a darse unos cuantos chapuzones.
Y allí está ella, La Colosal Dama de Hierro,
reflejándose en El Río Sena.
Después de volver a admirarla seguimos el
paseo sobre los puentes próximos en donde los enamorados siguen dejando los
candados símbolo de su amor.
Siempre teniendo La Tour en el punto
de mira.
También navegamos por El Sena a bordo de los
conocidos Bateaux- Mouches.
Disfrutamos a tope del paseo sobre las dulces aguas de perpetuo bullir.
Así como de las buenas vistas que se nos
ofrecen de muchos de los monumentos que pueblan una y otra orilla del Sena: Le
Grand Palais, Le Pont Alexandre III,
Le Musée D´Orsay,
Edificios del Musée du Louvre, Notre Dame, L´Hôtel de Ville,
La Conciergerie,
La Tour de Saint Jacques,...
Siempre bajo la metálica
mirada de La Tour Eiffel.
Impasible al paso del
tiempo y de los turistas que deslizan sueños bajo sus faldas.
¡Y que después de tan
fantástica experiencia ya están deseando volver a La Ciudad de La Luz!
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