¡Cuánto tiempo esperando conocer El Caminito del Rey y traerlo hasta El Blog Grupo de Andainas Rías
Baixas! ¡Y por fin aquí está!
Comenzamos nuestra
caminata al pie del Embalse del Chorro.
No paséis por alto la
mesa en donde El Rey Alfonso XIII firmó El Acta de terminación de las obras del
embalse actualmente llamado “Conde de Guadalhorce”.
Enseguida encontramos el túnel que nos da acceso a un sendero bajo la sombra de los pinos.
Nos vamos acercando a
nuestro objetivo apreciando la vegetación y orografía del terreno.
En el que destacamos esta
formación rocosa conocida como “Arco Gótico”.
Y por fin nos adentramos
en El Desfiladero Natural de Los Gaitanes en cuyas cumbres el alma quiere
echarse a volar.
Impresiona ver el cañón
de paredes escarpadas e imponente altura a medida que serpeamos por El Caminito
del Rey.
El original fue
construido para unir dos saltos de agua de las centrales eléctricas a ambos
lados de la garganta, facilitar su mantenimiento y el paso de materiales y
personas.
Se llama Caminito del Rey
porque allá por 1920 Alfonso XIII se atrevió a recorrer esta estrecha y vertiginosa senda con motivo de la
inauguración de las obras.
Hoy en día se camina muy
seguro sobre nuevas pasarelas construidas en niveles superiores.
Y en determinados
momentos podemos atisbar las antiguas ya muy carcomidas y destartaladas.
En el paseo, ameno y divertido, a la adrenalina de sentirte literalmente colgado de las paredes
del cañón con el vacío a nuestros pies, se une el espectáculo del paisaje y el
vuelo de buitres leonados y otros especímenes.
El Río Guadalhorce que
discurre al fondo del cañón suena con brío. Veces hay en que lo tenemos casi a
nuestra vera.
Y otras en que lo
contemplamos a vista de pájaro, lejano en su cauce.
En todas ellas nos
muestra todo un espectáculo de pequeñas cascadas, fluidez y
colorido.
Se cree que El
Desfiladero no fue excavado por el Guadalhorce, sino que fue
emergiendo lentamente del fondo marino como así lo indican las muestras fósiles
de sus paredes.
Además de las pasarelas pegadas
literalmente al cañón, también se camina por pasadizos menos aéreos.
También hay momentos “en
tierra firme” en los que el ánimo del caminante se sosiega, pero siempre
rodeado de belleza.
El entorno muestra una paleta
de colorido variado: ocres y marrones rojizos del desfiladero, rosas y verdes
variados de la vegetación, el azul nítido del cielo,…
En algunos tramos podemos
contemplar la obra de la mano del hombre como en los túneles y vías del
ferrocarril saliendo de las entrañas de la montaña.
Algunas zonas por las que
pasamos son simplemente de observación, ya que por seguridad no está permitido
acceder a ellas.
El discurrir es hecho sin
sensación alguna de peligro, con total confianza en la robustez del acero que
ancla las pasarelas y en la firmeza de las amplias rocas de misteriosas
oquedades.
Hay varios rincones que son auténticos miradores,
incluso uno con suelo de cristal, sobre el espectáculo ofrecido por la unión de
La Madre Naturaleza y la inventiva humana.
Momento emotivo al
contemplar las ruinosas paredes y el desvencijado tejado del Cortijo del Hoyo, el último habitado de este
paraje ahora devastado por el tiempo y el olvido.
La guinda de la ruta la
pone el pasaje del Puente Colgante de Los Gaitanes sobre el Guadalhorce.
Momento culminante con el
corazón latiendo fuerte en este enclave entre el pasado y la ensoñación.
Que llegó hasta nuestro corazón con latidos de
entusiasmo, asombro y sonrisa, y con seguridad allí permanecerá
durante largo tiempo.
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