Esta vez los senderistas del Blog Grupo de
Andainas Rías Baixas hemos quedado por aquí cerca y nos hemos acercado a
saludar a este personaje que aquí veis.
Es un Monumento de Silvino Silva, dedicado Al
“Canteiro” por parte del pueblo de Verducido homenajeando la dura vida de la
gente dedicada a este oficio.
Se encuentra en lo alto del Outeiro do Castro,
en Verducido, muy cerca del Embalse do Pontillón do Castro, del cual vamos
teniendo bonitas perspectivas a medida que vamos subiendo.
Sí, subiendo porque, para llegar a él tenemos
que ascender una bonita cuesta.
Una vez allí nos demoramos contemplando todo
lo que se ofrece ante nosotros. El cercano complejo deportivo, el blanco de las
casas, el verde de los prados, las montañas lejanas…
Cuando ya descendimos, algunos piragüistas se
encontraban ejercitándose en las azules aguas del pantano, aprovechando la
tranquilidad del domingo.
Nosotros continuamos nuestro caminar que nos
lleva ahora por el suelo empedrado del Sendero do Loural.
Dicen que es un antiguo camino por donde la
gente de los alrededores subía hacia El Monte Acibal a recoger leña.
En las piedras que pisamos todavía se pueden
ver marcadas las huellas de los carros que por allí transitaron.
El sendero es estrecho y caminamos casi
encajonados entre muros de piedra, rodeados de ejemplares arbóreos que nos ven
pasar rodeados de musgosas y pulidas piedras.
El escenario cambia súbitamente cuando nos
acercamos al Alto da Lumieira.
No dejéis de acercaros por allí, ya que
observaréis a vista de águila las aguas del embalse, pueblos de alrededor y
parte de La Ría de Pontevedra.
También, con tiempo soleado y cielos
despejados divisaréis parte de La Ría de Arosa.
Por allí esparcidas formaciones rocosas varias
con formas extrañas se nos ofrecen a la vista.
Dicen que también hay petroglifos, pero
nosotros, por mucho que rebuscamos, no pudimos dar con ellos.
Así que nos fuimos con la música a otra parte,
incluso sorteando algún que otro regato.
Por verdes veredas que nos aproximaban al
Monte Acibal...
Pero no llegamos hasta su cima dejándonos
llevar por tranquilas pistas forestales.
Disfrutamos en las pequeñas áreas
recreativas.
Y pián, pianito, llegamos de nuevo hasta El
Postillón do Castro cuyas aguas serenas y calmas reflejaban el color azul del
cielo dominical.
Los piragüistas ya se habían marchado a
descansar.
Dejando su lugar a pacientes pescadores que
echaban una y otra vez su caña insistiendo resignadamente.
Los ciclistas y otros deportistas con los que
nos habíamos encontrado a lo largo de la jornada se encontraban ahora en otros
lugares y el área alrededor del embalse era toda para nosotros.
Nos alegramos de conocer El Río Rons, o Loural, que es quien
abastece al Pontillón.
Y, si dais una vuelta por allí, también podréis
refrescaros en el encanto de esta fuente de piedra.
¡Ya es primavera, y se nota en el
ambiente!
Con flores adornando los frutales y hojas
brotando en las ramas hasta ahora desnudas.
Sin lugar a dudas, una ruta amena y
divertida.
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