Hoy, los caminantes del
Blog Grupo de Andainas Rías Baixas, nos damos una vuelta por el casco histórico
de Avilés, Asturias.
Comenzamos al pie mismo
de la casa consistorial, en La Plaza de España que ya tan de mañana se estaba
preparando para la celebración de La Fiesta Del Bollo.
Muy cerquita, entre
rosados magnolios, encontramos la majestuosa estructura del Teatro Palacio
Valdés.
Algo más adelante, a través de una colorida
pasarela metálica, cruzaremos La Ría de Avilés.
Y accedemos así al Centro
Niemeyer en donde encontramos un complejo cultural que integra diversos
edificios dedicados a distintas manifestaciones artísticas. No dudéis en subir
a su torre, verdadera atalaya desde donde se divisa toda la ciudad.
Callejeando vamos
conociendo plazas, pisando sobre pavimentos coloridos y desfilando bajo
acogedores soportales.
Arribamos así a La Plaza
de Carlos Lobo en donde podemos admirar La Iglesia de Los
Padres Franciscanos llamada así porque fueron ellos quienes la custodiaron
desde su llegada a Avilés, en torno a 1260, hasta el 2014.
Como curiosidad, reseñar que en un lateral de
esta iglesia, se encuentra La Capilla Funeraria de Los Alas, familia avilesina de gran
importancia a lo largo de los siglos, y que data del S. XIV.
Continuamos el paseo y se presenta ante
nosotros La Plaza de Camposagrado en donde podemos ver El Museo de la Historia
de Avilés, La Cámara de Comercio, La Estatua del Pintor Juan Carreño y el
impresionante Palacio de Camposagrado, auténtica joya arquitectónica del Barroco.
Seguidamente nos relajamos un instante charlando
distendidamente en El Parque del Muelle.
Disparando los cañones defensivos de la
villa.
Escuchando el borbotear del agua en la cercana
fuente.
Y posando la vista sobre los preciosos edificios
que lo rodean.
Emotivo encuentro con La Monstrua, una niña
que ya a los 7 años pesaba 70
kg y que fue enviada por su familia a La Corte de Carlos
II en donde fue pintada por Juan Carreño su pintor de cámara.
A un paso de allí se encuentra La Plaza
de Carbayo y en ella La Iglesia Vieja de Sabugo, del S. XII, una de las señas
culturales de Avilés. Debe
su nombre al hecho de encontrarse emplazada en el centro del antiguo barrio de
pescadores de Sabugo, extramuros de la muralla medieval que protegía la villa.
Os gustará el andar parsimonioso por las
policromadas calles asoportaladas que brindan cobijo al viajero.
Y os asombraréis al encontraros con La
Iglesia de Santo Tomás de Canterbury, al más puro estilo inglés, con sus dos torres gemelas, sus vidrieras y el escudo de la ciudad en la fachada como nota curiosa.
Proseguimos el paseo entre bonitas casas
señoriales y, como quien no quiere la cosa, nos encontramos de nuevo en La Plaza
de España en donde nos detenemos a admirar el estilo barroco del Palacio de
Ferrera con su fachada en escuadra.
Hacemos una pequeña pausa para refrescarnos en
Los Caños de San Francisco.
Mientras nuestros ojos desvían su atención
hacia la serenidad emanada de la medieval Iglesia de San Nicolás de Bari.
Y no os perdáis, allí muy cerquita, El Palacio
de La Balsera, verdadera obra de arte.
Seguid caminando por la peatonal Calle
Galiana.
Y llegaréis a La Plaza de Carbayedo
encontrándoos la figura del Tratante y el típico hórreo asturiano.
Acercaos a pisar el verde césped del Parque de
La Ferrera en donde, si tenéis suerte, podréis disfrutar de alguno de los
conciertos al aire libre.
Pateando por la emblemática Calle Rivero
seguiréis la línea de bonitas y espléndidas moradas hasta El Palacio de LLano
Ponte dando por finalizado nuestro tour.
Un verdadero descubrimiento este casco
histórico, declarado Conjunto Histórico-Artístico en 1955 y catalogado como el
segundo mejor casco antiguo de Asturias tras el de Oviedo, del que guardaremos
siempre un grato recuerdo.
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