Esta vez traemos al Blog Grupo de Andainas Rías Baixas una ruta que
transcurre por tierras regadas por los ríos Avia y Arenteiro.
Tiene su comienzo en Leiro, al pie del puente de Esperela.
Es verano y las aguas del río Avia, que nos acompaña, bajan calmas
y sin estruendo. Pero nunca exentas de belleza.
Disfrutaremos de la sombra de zonas boscosas en donde abundan robles,
laureles, castaños, madroños… y otras especies autóctonas.
El senderista con paso alegre, sin atrancos en su caminar, llega
ahora al encantador paraje en donde el río Avia discurre bajo el
puente medieval de La Cruz.
No está completo porque fue semidestruído durante la lucha contra
los franceses. Pero aún así, su magnífica presencia nos da idea de
lo que pudo haber sido.
Allí, el viajero alegra la vista y el espíritu tomando contacto
directo con las dulces aguas del Avia. Que aquí se muestran más traviesas y no dejan de jugar con las
rocas de su lecho.
¿Y qué os puedo decir de nuestro primer contacto con el Arenteiro??? ¡Espectacular!
Los pies del senderista le llevan ahora sobra una calzada empedrada
con muros musgosos a su derecha y que le acerca a unas majestuosas
ruínas.
El Arenteiro lleva algo más de caudal y se muestra bullicioso. Y es así, mirando atentamente el espectáculo de sus aguas con las
piedras, que descubrinos diversas figuras en las rocas, vigilándonos
silenciosamente.
Rompemos el sueño del molino do Arenteiro con nuestras pisadas y las
de algunos corredores que se entrenan por estos pagos.
Y volvemos a detenernos para una vez más admirar la armonía de la
obra de la naturaleza, con el río y todo el entorno, y la piedra
hecha arte por la obra de la mano del hombre en este fantástico
puente del S. XV.
Al llegar a este punto os recomiendo acercaros hasta O Pozo dos
Fumes. El sendero que nos lleva hasta él es una verdadera delicia.
Alternando suelo de tierra tapizado por las hojas caídas de los
árboles autóctonos que nos rodean.
Con algún pasadizo de pasarela de madera para salvar algún que otro
tramo.
Y siempre con el sonido mágico del Arenteiro a nuestro lado
serpeando por su rocoso lecho.
Y por supuesto, una vez allí comprenderéis por qué el lugar tiene
ese nombre, con el agua cayendo a ese pozo y volatilizándose en el
aire y sobre las rocas. Sobre todo si vais en una estación en que el
río lleve mucho agua. A nosotros, aún así nos encantó.
De allí el caminante se dirige hacia la señorial Pazos do
Arenteiro. Allí admira las nobles piedras y escudos de los pazos que
le dan nombre.
También la iglesia románica de San Salvador. Dicen que es del S.
XII, cuenta con una sola nave y presenta un ábside semicircular que
tiene adosado un peto de ánimas probablemente del S. XVII o XVIII.
Continuamos viaje por preciosos senderos, a veces rodeados de
árboles, por estrechas veredas, rodeados de muros de piedra o
ascendiendo pétreos escalones.
Un aura de misterio nos rodea una vez llegados a la aldea abandonada
de Viñoá con sus casas ahora recubiertas por elementos vegetales
que no nos impiden ver su elegancia de antaño.
Misterio que no nos abandona en esta intervención artística en
pleno bosque.
Y dado que esta es zona del vino de Ribeiro no pueden faltar los
viñedos en nuestra ruta.
Una vez arribados a Lebosende nos acercamos hasta la iglesia de San
Miguel para admirar su románica fachada.
Y ya los senderistas enfrentan la última parte de la ruta
callejeando por Leiro. Allí nos decidimos a llegar a nuestra meta
atravesando la balanceante pasarela peatonal sobre el Avia y que nos
trajo a la memoria tiempos pasados en que ya habíamos pisado sobre
ella.
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