La senda que realizaron esta
semana los senderistas del Blog Grupo de Andainas Rías Baixas tiene como protagonistas las tierras de O Rosal
y Sierra da Groba.
En la primera parte
nuestro caminar discurre a través de la
senda que nos lleva a admirar, una vez más, Los Molinos del Río Folón. Como sabéis, estos son una
serie de 36 molinos dispuestos en cascada que se encuentran en un paraje
realmente idílico.
Algunos molinos están
rehabilitados exteriormente y, aunque casi ninguno de ellos puede hacer la función
para la cual se construyeron primitivamente, nos dan una gran idea de lo
que pudo haber sido la actividad de la molienda no hace muchos años atrás.
En cualquier época del
año podemos disfrutar recorriendo esta pendiente en donde se encuentran los
molinos, pero especialmente en estos momentos, después de las lluvias, es cuando
las diversas cascadas que allí se encuentran nos muestran su más alto grado de
belleza.
Hay tantas maravillas por
ver que no nos apercibimos del paso del tiempo y momentos hay en que no sabemos
hacia qué punto mirar, si hacia arriba en donde la batería de molinos,
encaramados en la roca, parece no tener fin, hacia atrás con las
distintas pasarelas de madera, puentes y escaleras de piedra…
Hacia los lados con los
saltos de agua…
O hacia el horizonte en
donde podemos ver, en días claros, el discurrir de las aguas del Miño, tierras
de Portugal y diversos picos montañosos, incluido el de Santa Tecla.
Y los pasos del
senderista se dirigen ahora a la búsqueda del Río Da Cal y lo primero que nos
encontramos son sus aguas bajando desenfrenadas a lo largo del valle y, en un
remanso, una preciosa laguna azul que algunos sortean caminando a través de sus
frías aguas y otros buscando un paso que acerque sus dos orillas.
El paisaje se encuentra
afectado por las consecuencias del último incendio allí ocurrido, pero la
belleza del río con sus rápidos y pozas aminora el impacto. Contribuyen también
a ello, una serie de molinos, alguno restaurado como el molino Da Pinta, en un bonito enclave, y otros en ruínas pero
que dan al lugar un encanto especial.
Y el caminante, bajo la
sombra de los pinos y sobre sendas de arena, con la mullida alfombra de las
hojas de castaños o pinos, o cubiertas de hierba verde, parte ahora al encuentro de la Sierra da Groba
y del Océano Atlántico.
Caballos salvajes, mudos testigos del paso del senderista,
disfrutan de su libertad paciendo tranquilamente sin que nadie les moleste.
Llegamos así al Mirador
de las Antenas, desde donde tenemos una magnífica visión con la inmensidad del
océano ante nosotros y el Monasterio de Santa María de Oia allá abajo en la
lejanía.
Las saladas aguas, las nubes bajas y la niebla que las cubría esta mañana de domingo, serán
compañeras del senderista durante varios km.
Y ya iniciando el regreso
obtendremos distintas panorámicas de las tierras del país vecino, el Valle del
Rosal y varias cumbres montañosas.
En nuestro caminar
llegamos a las cercanías de la Capilla de San Martiño, en donde nos encontramos
con la sorpresa de que ayer estaban celebrando la romería del santo con lo que
aquello contaba con gran animación proveniente de los muchos romeros que hasta
allí se habían acercado.
Pero nuestra
jornada no había llegado a su fin, ya que todavía nos esperaba otra de las
manifestaciones artísticas fruto de la conjunción de la mano del hombre con la
madre naturaleza: Los Molinos del Río Picón, 21 hermosos molinos
que vamos encontrando en nuestro descenso, que junto con los del Folón fueron
declarados Bien de Interés Cultural y que constituyen realmente todo un tesoro
digno de conocer y visitar. ¡No os lo podéis perder!
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