En el concello de Valga
existe un lugar único en donde se pueden admirar los molinos y cascadas de Parafita.
Y para conocerlo, hacia
allá que se dirigieron los senderistas del Blog Grupo de Andainas Rías Baixas. La
mañana se desesperezaba lentamente cuando llegaron a la Ermita de La Salud. Una
construcción que, según datos, se realizó como recuerdo de la batalla contra los
franceses, que tuvo lugar por aquellos
parajes y que todos los años se reconstruye en las inmediaciones de la ermita.
El caminante va
dirigiendo sus pasos a través de senderos delimitados en su mayoría por pinares
en donde todo es paz y quietud.
Nos encaminamos hasta
Requián para visitar el Santuario de Los Milagros, casi tan famoso como el de
Amil, rodeado de impresionantes ejemplares de alcornoques centenarios.
El senderista no ceja en
su caminar que le depara la sorpresa de un bonito enclave con el río Valga
pasando a través de un pontón apuntalado y dando su agua a las figuras de dos
molinos.
Y serpeando con el
sendero, a la sombra de pinos, castaños y robles, llegamos por fin a uno de esos lugares mágicos que tanto abundan en
nuestra Galicia. Allí encontramos la llamada Pedra da Serpe. Esta piedra sirvió
para que nuestros ancestros diesen rienda suelta a sus dotes artísticas dejando
allí plasmados su buen hacer y su cultura en forma de petroglifo.
La piedra, auténtica joya
del arte rupestre y que data de la Edad de Bronce, no es muy grande pero se
puede observar perfectamente su contenido: Grandes líneas serpentiformes, en
zig-zag, varios círculos concéntricos y otros motivos.
Continúa la marcha del
caminante que vuelve a encontrar al río Valga en otro rincón espectacular con
un recio pontón de piedra moderando las enfurecidas aguas que se precipitan
rugientes en la hondonada.
Y el senderista llega así
hasta un enclave algo solitario en el cual está la Ermita de Os Martores,
dedicada a San Mamede.
Es una construcción
sencilla, de los siglos IV-V, pero en cuyo entorno se encontró una necrópolis
tardorromana donde se especuló que pudiera estar enterrado el hereje Prisciliano.
A nosotros nos llamaron la atención las tumbas suevas al pie de uno de sus
muros.
Pero como os decíamos, el
broche de oro de la ruta, lo constituye el lugar en donde el río Valga junta sus
aguas con el regato do Ferreño, desciende vertiginosamente el valle y va formando
grandes saltos a los cuales se puede acceder desde diversos enclaves.
En el primero pudimos
admirar la llamada Fervenza de Raxoi. Descendiendo por un sendero estrecho,
resbaladizo y sinuoso llegamos hasta la base misma de la cascada. Era una
maravilla y un auténtico privilegio el poder estar allí oyendo el clamor de las
aguas y observando toda la belleza con que la madre naturaleza ha dotado a ese
lugar.
Y por un sendero precioso
alfombrado de secas hojas de castaños, arribamos al lugar en donde se localiza la
llamada Fervenza da Ruxidoira. En el entorno encontramos
también dos bonitos molinos que dan al lugar un toque de encanto.
Os aseguro que merece la
pena llegar hasta allí. Podemos además caminar por unas pasarelas de madera
acondicionadas para llevarnos hasta la base de la cascada.
Aquí podemos extasiarnos
contemplando maravilla tras maravilla. La cascada tiene más de seis metros y
cae además formando una verde y refrescante poza.
Caminando sendero arriba
nos volvemos a encontrar con la primera cascada pero ahora la contemplamos desde un ángulo
diferente.
Y después de bastante
rato extasiados, admirando este impresionante marco, los pasos del senderista lo van
conduciendo al punto final, disfrutando de tranquilos senderos, y encontrando
todavía dos molinos más en su caminar.
Resaltar que esta es una ruta no señalizada, algo larga,
pero muy fácil de caminar, sin grandes desniveles de subidas o bajadas y
siempre disfrutando del tapiz multicolor del bosque en otoño y de esta maravillosa naturaleza de nuestra Galicia.
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