Y hoy desde El Blog Grupo de Andainas Rías
Baixas os proponemos una caminata aquí cerquita en la misma ciudad de Pontevedra.
Se trata de un recorrido que aúna la llamada
Senda del Lérez con un paseo por La Isla de Las Esculturas.
Comenzamos nuestro caminar al lado mismo del
conocido Puente de Los Tirantes bajo la sombra de los plátanos que jalonan el
paseo y siempre teniendo al río Lérez a nuestra izquierda. Río que, como sabéis está influenciado por la mareas, por eso, este domingo, con marea baja, mostraba gran parte de su arenoso lecho.
Llegados a la playa fluvial de Pontevedra nos desviamos a la izquierda y caminando sobre una pasarela de madera nos deslizamos debajo de los puentes allí existentes y damos una ojeada al lugar en donde se celebraba la fiesta de San Benito echando de menos el esplendor de antaño.
Llegados a la playa fluvial de Pontevedra nos desviamos a la izquierda y caminando sobre una pasarela de madera nos deslizamos debajo de los puentes allí existentes y damos una ojeada al lugar en donde se celebraba la fiesta de San Benito echando de menos el esplendor de antaño.
Continuamos nuestra andaina ya por la pasarela
de madera, indicio de la senda propiamente dicha, y que nos lleva a recorrer el
paraíso fluvial que constituyen las tierras regadas por el Lérez. Así nos deleitamos primeramente con la visión
de la pequeña cascada que deja caer sus aguas en forma de cola de caballo sobre
nuestro río y también sobre algún piragüista que se acerque demasiado a ella.
Sabremos del pasado termal de nuestra ciudad
con la visita a lo que queda del antiguo Balneario creado por Casimiro Gómez,
punto de encuentro de gente influyente de la época que aquí venían a disfrutar
de los beneficios de las aguas y del paisaje francamente bonito que lo rodea.
Poco a poco nos vamos adentrando en una zona
de densa vegetación formada por árboles de ribera y también mimbres, helechos, numerosos
robles, sauces, castaños que ya están en plena floración... Y que contribuyen a
dar una sombra bienhechora y agradable, que hace más fácil el paso del caminante.
Ya llegados a la altura de la presa de Bora nos acercamos a tocar las aguas del río que allí se encuentran un poco aprisionadas, impedidas de deslizarse con la fuerza y rapidez que ellas quisieran pero formando sin lugar a dudas un entorno espectacular que estuvimos contemplando durante un buen rato.
A partir de aquí y dado que vimos que era posible hacerlo pegados a la orilla misma, nos decidimos a realizar el regreso teniendo al río como compañero especial. Así caminamos sobre sendas conocidas y usadas por los pescadores en los llamados Salones del Lérez.
Y si os decidís a hacer esta ruta os recomiendo hacer lo mismo. Decidíos a caminar casi tocando el agua fresquita. Realmente merece la pena. Totalmente apta para el senderista sin impedimentos para nuestro andar que es un poco más lento que por la “pista oficial” pero mucho más en contacto con la madre naturaleza.
Además a lo largo de este trayecto encontraréis numerosas conexiones por lo que si por cualquier motivo no queréis continuar caminando por ahí, podréis volver a la ruta normal cuando lo deseéis.Y todo eso aquí, al ladito de casa. Os parecerá que nos hemos alejado, pero no, os lo aseguro, continuamos en Pontevedra.
Y es así que caminando por la senda de pescadores vamos descubriendo el Lérez. A veces discurriendo manso, invitando a la calma y al silencio, otras formando enérgicos rápidos, estruendosamente, a veces encajonado, prisionero en las presas, pero siempre permitiendo el disfrute, invitando incluso a la lectura cerca de él.
También descubrimos algún área dispuesta para el descanso de los que por allí se acercan y un molino en ruínas que todavía conserva sus tres ruedas de piedra.
Cuando ya nos fue imposible transitar por la orilla retomamos la senda oficial y regresamos hacia la playa fluvial teniendo como testigo allá en lo alto la figura del Monasterio de Lérez vigilando nuestro animoso marchar.
Y como el ánimo de los senderistas estaba en alza, cruzando la Pasarela Peatonal allá que fuimos a recorrer La Isla de Las Esculturas. Como sabéis, además de seguir disfrutando en pleno de la naturaleza, aquí encontramos lo que podríamos llamar un verdadero museo al aire libre con diversas obras de arte con la piedra como protagonista, esparcidas a lo largo de esta isla fluvial y que pueden ser vistas desde distintos lugares.
Ya llegados a la altura de la presa de Bora nos acercamos a tocar las aguas del río que allí se encuentran un poco aprisionadas, impedidas de deslizarse con la fuerza y rapidez que ellas quisieran pero formando sin lugar a dudas un entorno espectacular que estuvimos contemplando durante un buen rato.
A partir de aquí y dado que vimos que era posible hacerlo pegados a la orilla misma, nos decidimos a realizar el regreso teniendo al río como compañero especial. Así caminamos sobre sendas conocidas y usadas por los pescadores en los llamados Salones del Lérez.
Y si os decidís a hacer esta ruta os recomiendo hacer lo mismo. Decidíos a caminar casi tocando el agua fresquita. Realmente merece la pena. Totalmente apta para el senderista sin impedimentos para nuestro andar que es un poco más lento que por la “pista oficial” pero mucho más en contacto con la madre naturaleza.
Además a lo largo de este trayecto encontraréis numerosas conexiones por lo que si por cualquier motivo no queréis continuar caminando por ahí, podréis volver a la ruta normal cuando lo deseéis.Y todo eso aquí, al ladito de casa. Os parecerá que nos hemos alejado, pero no, os lo aseguro, continuamos en Pontevedra.
Y es así que caminando por la senda de pescadores vamos descubriendo el Lérez. A veces discurriendo manso, invitando a la calma y al silencio, otras formando enérgicos rápidos, estruendosamente, a veces encajonado, prisionero en las presas, pero siempre permitiendo el disfrute, invitando incluso a la lectura cerca de él.
También descubrimos algún área dispuesta para el descanso de los que por allí se acercan y un molino en ruínas que todavía conserva sus tres ruedas de piedra.
Cuando ya nos fue imposible transitar por la orilla retomamos la senda oficial y regresamos hacia la playa fluvial teniendo como testigo allá en lo alto la figura del Monasterio de Lérez vigilando nuestro animoso marchar.
Y como el ánimo de los senderistas estaba en alza, cruzando la Pasarela Peatonal allá que fuimos a recorrer La Isla de Las Esculturas. Como sabéis, además de seguir disfrutando en pleno de la naturaleza, aquí encontramos lo que podríamos llamar un verdadero museo al aire libre con diversas obras de arte con la piedra como protagonista, esparcidas a lo largo de esta isla fluvial y que pueden ser vistas desde distintos lugares.
Como veis una ruta muy bonita en donde toda la
familia puede disfrutar del caminar, del arte y de la naturaleza en total
armonía.
gorgeous fotos, happy summer.
ResponderEliminarThank you, Louisette!
ResponderEliminarHappy Summer to you too!