En nuestra 8ª Etapa del Camino Francés a
Santiago nos desplazamos desde Logroño hasta Nájera.
Iniciamos saludando a los participantes
de La Valvanerada salpicados después por los surtidores de La Fuente de
Murrieta en La Plaza de La Diversidad.
Callejeamos por Logroño conociendo varios
de sus parques.
Siempre guiados por señales y otras
referencias que nos indican que estamos en El Camino.
No faltan los puentes, construidos con
diversos materiales, que sirven de ayuda
para unir terrenos distantes.
Como quien no quiere la cosa en seguida
nos vimos delante del Embalse de La Grajera construido con el fin de
servir de reserva de agua para la ciudad. Sus calmas aguas reflejan el azul del
cielo mientras blancos cisnes nadan plácidamente.
Lo circunda un extenso parque acondicionado con diversos servicios para disfrute
de los que por allí pasamos y de los animalitos que
lo habitan.
La paleta multicolor del otoño adornaba
las hojas de algunos elementos vegetales que alfombraban el suelo que
pisábamos.
Otros había que mantenían su verde follaje
contribuyendo a magnificar el espectáculo de color.
De vez en cuando el peregrino se voltea y
echa la vista atrás recreándose en el paisaje con la laguna cercana y Logroño
en la distancia.
Con la mirada al frente, de repente, se
otea la población de Navarrete.
A su entrada el caminante se topa con Las
Ruinas del Hospital de Peregrinos San Juan De Acre, fundado en el S. XII por La Orden de San Juan de Jerusalén y cuya
finalidad era acoger y auxiliar al peregrino a Santiago.
Y henos ya entrando en Navarrete cuyo
topónimo evoca inconfundiblemente su relación con las vecinas tierras navarras.
El camino nos lleva hacia La Iglesia de
La Asunción. Declarada Bien de Interés Cultural en 2020 es una construcción
del S. XVI en sillería de tres naves, cubierta con crucerías, portada orientada
al sur con dos puertas enmarcadas por columnas y cubiertas por dos frontones.
En su interior impresiona El Retablo Mayor con sus doradas columnas salomónicas, que hacen que esta sea una de las
mejores obras del Barroco Riojano de finales del XVII.
Continuando camino enseguida encontramos
La Ermita de Santa María de Jesús de una sola nave, construida en sillería y mampostería
en el S. XVII.
A su vera, en los muros del cementerio
municipal, han sido recolocados los restos de La Portada Románica de San Juan
de Acre. Toda una maravilla al alcance de los ojos incrédulos del
peregrino.
Que vuelve de nuevo al camino escoltado
por zonas de olivos en algunos trechos y por zonas de pedregosos viñedos en
otros. Pero siempre rodeado de belleza.
No faltan muestras de arte con cruces
variadas, ermitas, iglesias, y, en las cercanías de Ventosa la propuesta “1
Kilómetro de Arte” en la que trabajan reconocidos artistas junto a vecinos de
Ventosa y peregrinos, trasladando el arte al entorno natural.
Estamos en La Rioja y eso se nota. El
rojizo de las hojas de parra acompaña de nuevo al peregrino en su caminar.
En un plisplás llegamos al Alto de San
Antón con bonitas perspectivas de los alrededores.
El camino nos lleva de nuevo entre extensos
viñedos cuyo colorido se pierde en la lontananza.
El encuentro con El Arroyo Yalde,
afluente del Río Najerilla, y su zona de recreo proporciona momentos de solaz y
frescura al caminante.
Pocos metros antes de entrar ya en la ciudad
de Nájera en donde nos recibe El Monasterio de Santa Elena del S. XVI construcción
de sillería, mampostería y ladrillo.
Nuestros pies nos llevan hacia El Puente
de Piedra sobre el Najerilla con orígenes en el S. XI pero con reformas
posteriores.
Callejeamos por Nájera pasando bajo el
arco de La Plaza de La Estrella teniendo como telón de fondo las tierras
rojizas de la cercana montaña en donde se distinguen una serie de cuevas
excavadas en la roca y que antiguamente estuvieron habitadas.
No dejamos atrás La Iglesia de Santa Cruz
de tres naves y cúpula sobre pechinas. Fundada en el S. XI sufrió
remodelaciones posteriores.
Y lo que no os podéis perder es la visita
al Monasterio de Santa María La Real. Construido en los S. XV y XVI en estilo
gótico con reminiscencias de otros estilos.
Todo el monasterio es una preciosidad
destacando: La Cueva con la imagen de Ntra. Sra. de la Rosa, del S. XIV.
El Panteón Real que alberga doce
sepulturas de la dinastía de "Los Abarca" o "Jimena" y la dinastía de García
Ramírez "El Restaurador". El sepulcro de Doña Blanca de Navarra constituye una
verdadera joya románica del S. XII.
El Retablo de La Capilla Mayor del S.
XVII, de Estilo Barroco. Sobresale en el centro la talla románica de Santa
María La Real sosteniendo al niño en su rodilla izquierda.
El Claustro del S. XVI, conocido como
Claustro de los Caballeros ha sido durante siglos lugar de enterramiento de
muchos nobles. La mezcla armónica de estilos como el gótico florido de las
bóvedas y el plateresco de las tracerías caladas ha dado lugar a una
sorprendente obra arquitectónica que bien merece una visita.
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