En la 9ª Etapa de nuestro Camino Francés a Santiago
partimos de Nájera para llegar a Santo Domingo de La Calzada.
El Monasterio de Santa María La Real, en Nájera, construido en los
S. XV y XVI nos ve pasar muy de mañana.
Iniciando una suave ascensión que nos lleva entre pinos
de los bosques circundantes en donde, entre la vegetación, destaca su tierra
rojiza.
No faltan los viñedos con su otoñal colorido esperando la
mano de los vendimiadores.
La silueta de Azofra, localidad de orígenes árabes,
y alegres y tranquilas calles, va recortándose en la lontananza.
A la salida, allí en medio de la nada, el peregrino se
topa con una Picota del S. XVI que le recuerda cómo se ajusticiaba a los reos
antiguamente.
Y continúa su periplo por entre campos ya segados,
viñedos en plena vendimia en plena naturaleza llena de esplendor.
Y henos ya llegados a Cirueña. A su entrada nos recibe un
gigantesco peregrino, con el que entablamos conversación.
Y a la salida nos despide un grupo escultórico compuesto
por Un Peregrino ataviado con capa, sombrero y bordón, acompañado por una gran
concha de vieira.
Y volvemos a la visión de la gran planicie extendiéndose
en el horizonte. El caminante solo puede transitar y deslizarse en silencio sin
atreverse a molestar a la tierra dormida.
De repente, en la lejanía, se va atisbando el punto final
de esta jornada: Santo Domingo de La Calzada.
Todavía falta para llegar. Pero no nos falta entretenimiento.
Como El Parque del Santo, área de descanso en donde admiramos la escultura
ganadora del concurso “Santo Domingo de la Calzada, ingeniero del Camino”, de
Ramón Rodríguez.
Ya en la ciudad charlamos con El Peregrino a pie y con el que recorría
El Camino en bici.
Conocimos diversos edificios con historia, como La Abadía
Cisterciense, Monasterio de Nuestra Señora de la Anunciación del S. XVII y La
Casa de La Cofradía de Santo Domingo, construcción renacentista del S. XVI.
Antes de detenernos a contemplar la maravilla
arquitectónica de La Catedral de Santo Domingo cuyos orígenes se remontan al S.
XI. Actualmente muestra una amalgama de estilos que van desde el románico hasta
el barroco de su genuino campanario exento.
Desde el S. XIV acoge el sepulcro del Santo Ermitaño
Domingo, obra cumbre de la escultura funeraria medieval y de gran riqueza
iconográfica.
Junto a la tumba se encuentra el gallinero de la catedral
que desde el S. XV mantiene en su interior un gallo y una gallina vivos,
conmemorando el milagro de Santo Domingo en que salvó a un joven peregrino
ajusticiado después de ser injustamente acusado de robo, conocido por el famoso
dicho: "Santo Domingo de la Calzada, donde cantó la gallina después de
asada".
Como no podía ser menos todavía recorrimos la ciudad
visitando otros lugares y monumentos de interés como La Plaza de España, Las
Murallas, El Convento de San Francisco,… culminando así una jornada plena de
emociones.
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