Tantos años queriendo contemplar “As Obras Do Fidalgo” y por fin pudimos realizar nuestro deseo.
Para ello nos desplazamos
hasta la Freguesia de Vila Boa de Quires e Maureles, Marco de Canaveses,
Portugal, para recorrer la ruta “Trilhos de PortoCarreiro”, PR8 MCN que
iniciamos en los aledaños de La Iglesia de Santo André.
Construida en el S. XIII
en Estilo Románico, formó parte de un conjunto monástico perteneciente a la Orden Benedictina.
Presenta planta longitudinal compuesta por nave y capilla mayor rectangular
abovedada con torre cuadrangular adosada más tarde.
En la Fachada Principal
vemos arquivoltas adornadas con cabezas de bóvidos y capiteles decorados con
motivos vegetales.
En la Fachada Lateral,
subiendo cuatro escalones, admiramos una portada encuadrada por arquivoltas y
decoración con cabeza de bóvido y una leona. Capiteles decorados con motivos
vegetales, cuadrúpedos e incluso un pez, símbolo primitivo cristiano.
No dudéis en echar una mirada hacia arriba y admirar su variados canecillos.
Para continuar camino por senderos en donde apreciamos la variedad de tonos y frutos que nos ofrece La Madre Naturaleza.
Y que nos conducen hasta nuestro preciado objeto de deseo: "As Obras do Fidalgo". Una construcción inconclusa, cuya fachada de mediados del S. XVIII muestra una extravagante fusión de Barroco y Rococó.
Recargada de volutas
ornamentales y motivos vegetales al tiempo que cada ventana tiene un frontón
real.
Una verdadera maravilla
arquitectónica, envuelta en misterio, cuyo dueño, el terrateniente António de
Vasconcelos Carvalho e Menezes nunca vio concluida.
Dejando atrás este
delirio de grandeza el caminante se interna por parajes con motivos vegetales
variados en donde tanto te encuentras un frondoso robledal, un camino entre
viñedos, una senda con olor a pino, como nuevos cultivos como el kiwi.
Al poco visitamos La
"Sepultura dos Quatro Irmãos" en un emplazamiento casi escondido cuyas cercanías están adornadas por una Cruz
de Piedra y una Almiña.
Prosigue el
senderista sumergiéndose en caminos tranquilos, tropezándose con una fuente
aquí, una congostra allá, una fuente con escaleras, campos de pastoreo,
vegetación exhuberante,…
Y, de repente, la mancha
azulada del Río Támega, retorciéndose entre los montes que lo circundan, surge
ante el caminante llena de belleza y frescura.
Un paso estrecho pone a
prueba la pericia de los senderistas, que lo superan sin esfuerzo.
Para ser recibidos por
una pasarela de madera que permite pasar fácilmente sobre las aguas de “A Ribeira de
Castro”.
Que a su paso va formando
pequeñas cascadas que con su sonido alegran las ahora tristes siluetas de los
ruinosos molinos que por allí campan.
Una maravilla verse allí
sumergido con tantos elementos conectando con nuestro interior más profundo
intentando absorber toda la energía que de allí emanaba.
Otras pasarelas de madera
y una cadena de gruesos eslabones contribuyen al ambiente de misterio del
lugar.
Tras unos cuantos pasos entre
ambiente rural y muros de piedra, vamos acercándonos a Maureles en cuyas calles encontramos
varias cruces y almiñas esparcidas aquí y allá…
Antes y después de La
Iglesia de Santa María, elegante, pétrea y blanca.
Y volvemos de nuevo a
sumergirnos en caminos rurales entre fincas cultivadas y vestigios de mejores
épocas pasadas.
No falta El Pelourinho de
Portocarreiro, símbolo de la autonomía de
este extinto concello.
Curiosamente muy cerca de
A Capela da Senhora do Pilar situada en lo que parecía el espacio de una
Antigua Eira.
La ruta nos lleva después, por
entre frondosos árboles, hacia lugares
en donde descansan antiguos molinos, pozos y minas, ahora en desuso.
Y finalmente de vuelta a
donde comenzó toda esta aventura.
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