lunes, 9 de noviembre de 2020

Por Samieira: Molinos Y Playas

 Esta vez nos fuimos hasta Samieira para hacer una ruta cortita pero bonita a rabiar.

Iniciamos acompañando al Regato do Covelo en su vertiginoso descenso hacia su desembocadura en El Océano Atlántico. Nos recibe un pétreo cruceiro. 

También La Playa de Covelo y una preciosa vista del mar con La Isla de Tambo decorando el horizonte.

Enseguida iniciamos un zigzagueante paseo bordeando la costa sembrado de arboleda autóctona que nos permite el acceso a pequeñas calas. 

Y comprobar el paulatino efecto del otoño en los robles y otros árboles que lo adornan.

Mientras, delimitado a veces por pasarelas de madera, el paseante va tranquilo y sin prisa respirando el suave olor a mar. 

En donde los marineros se afanan en sus trabajos en barcos o bateas que contemplamos ampliamente desde oportunos bancos o desde la fina arena de La Playa de O Laño.

Y henos aquí ya en el cauce del Río Freiría. Un puente de madera nos permite cruzarlo. A su lado mana una fuente, en Fontemulleres, el lugar en que la leyenda cuenta que los moros escondieron las campanas de La Catedral de Santiago

Aquí mismo contemplamos asombrados la deslizante cascada que sus aguas nos ofrecen.

Y un poco más arriba el primero de los 23 molinos que pueblan las orillas de este río, “Muiño de Cubo de Abaixo” que nos introduce en un recorrido por la historia de estas tierras.

Pobladas por una serie de molinos que atesoran vivencias y recuerdos de épocas no muy lejanas en que la gente se acercaba hasta ellos para moler el grano fruto de su arduo trabajo.


El senderista va conociendo el nombre de cada uno en las numerosas placas identificativas al tiempo que la vista se recrea en la orografía y la vegetación ornamentativa de la zona. 

La ruta va serpeando con el curso del río también llamado Río dos Muíños que en este tiempo va precioso y nos ofrece momentos llenos de belleza.

Como el que apreciamos en el enclave del "Muíño da Espiga" con pontón de piedra incluido. 

También llegados al paraje en el que se encuentra "O Muiño de Suárez", verdadera maravilla.

O arribados al "Muíño de Cabezudo"

Hay veces que oportunas pasarelas, pasos de madera o escaleras nos facilitan el caminar de un molino a otro.

Para mostrarnos momentos que son un verdadero regalo para los sentidos. 

Salpicados con la esporádica presencia de un cruceiro aquí, alguna fuente o lavadero allá, sin olvidar las áreas recreativas en donde parar a merendar.

Algunos molinos se encuentran en bastante buen estado de conservación. 

En cambio otros muestran el inexorable paso del tiempo, invadidas sus ruinas por hiedras y helechos que añaden una nota romántica a la ruta.

En general vamos viendo un molino detrás de otro y en alguna ocasión los vemos en conjunto alguno incluso con su canal aprovechando el agua sobrante del anterior. 

La senda ascendente transcurre encantadora y sinuosa en pos del líquido elemento siempre a nuestra izquierda.

Estilizados árboles, laureles, verdes y trepadoras enredaderas, castaños y acebos, entre otros, son nuestros compañeros en este rincón de ensueño. 

Nuestros pies van tocando la música compuesta por la hojarasca acompañados por el rumor de los gigantes helechos mecidos por la brisa y el goteo incesante del río.

Que nos arrulla con sus aguas cristalinas y nos lleva en volandas por lugares en donde seguramente las hadas y duendes nos espían detrás de los retorcidos troncos.

 Cuando despiertan de su sueño en los ahora silenciosos y solitarios molinos. 


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