Así de bonito nos
encontramos al Río Tea una mañana fría que nos obligaba a ir tapados hasta las
cejas.
Sucedió por tierras de
Ribadetea en El Concello de Ponteareas, de cuya Iglesia dedicada a San Jorge
partimos.
En su atrio seguro que os
llamará la atención un colorido templete. En su interior alberga un
impresionante cruceiro policromado, obra del Maestro Manuel González Perdiz.
Deteneos a observar y
admirar las imágenes y símbolos de su fuste y de su cruz.
Y ya muy cerquita nos encontramos con la senda fluvial del Río Tea.
Y ya muy cerquita nos encontramos con la senda fluvial del Río Tea.
El gélido frío mañanero
no impedía a los senderistas del Blog Grupo de Andainas Rías Baixas disfrutar
de la belleza de sus aguas.
La niebla también se sumó
a la ruta poniendo una pincelada fantasmagórica sobre el entorno.
Los árboles del sendero
se cubrían con el blanco manto que apenas dejaba entrever sus estilizadas
siluetas.
Mientras las setas
permanecían impasibles al paso de los caminantes.
Que dejaban vagar con calma
su mirada en busca de las meigas y trasnos que ciertamente por allí habitan.
Los molinos de las
riberas contribuían con su aspecto a crear un ambiente propio de una película
de suspense.
Al mismo tiempo que nos
ofrecían magníficos puestos de observación sobre el Tea.
No os perdáis sus
revueltas aguas en el lugar de Pontacóns.
Los senderistas se alejan
del Tea sin dejar atrás la persistente nieblina.
Nos adentramos ahora
hacia el interior y lo hacemos por senderos realmente preciosos.
En donde predomina el
arbolado autóctono.
Y el tapiz verdoso del
musgo cubre los recios muros de piedra.
Nos vamos acercando así
al Puente de Lantón.
Sobre El Regato de
Cillarga cuyas aguas corrían raudas y ligeras hacia El Tea.
Abandonamos tan
encantador paraje y buscamos El Petroglifo de Monte Aberto. Que encontramos
rodeado de pinos.
Continúa el caminante a
través del paisaje nebuloso y lleno de misterio.
Varios elementos
esparcidos aquí y allá contribuyen a tal efecto. Fijaos si no en esta
fantástica presa.
En donde cada rincón constituye
una auténtica sorpresa… Con escaleras y todo…
Y ¿Qué decir del paraje
en donde descansan estos molinos?
La vista y el espíritu se
recrean en la variedad de marrones de las hojas caídas junto con los verdes de
las hiedras enredándose y subiendo por troncos y piedras de las paredes.
La transparencia del agua
de pequeños riachuelos, cruzados por diversos medios, pone una nota sonora a la
caminata.
Las casas de piedra
abandonadas y los tradicionales hórreos contribuyen a la magia de la ruta.
Estamos ascendiendo y por
un momento vislumbramos el azul de las nubes mientras nuestros pies se deslizan
por una verde senda.
Hay pasajes en donde las
nubes están a nuestra par y parece que podemos lanzarnos y tumbarnos sobre su
mullido colchón blanco.
La vegetación y el suelo
que pisamos van cambiando ofreciéndonos un aspecto distinto a lo que habíamos
visto hasta ahora.
No menospreciéis las rocas
que habitan estos pagos. Buscadlas y encontrad los parecidos con objetos o
animales.
Las hay que incluso tienen
nombres propios: “Pena Tallada”, “ O Moucho”, "A Barca"…
Ya descendiendo
observamos que la niebla no se había levantado todavía. Los sudarios blancos de
los fantasmas continuaban deslizándose entre los árboles.
Ya en Ribadetea un pequeño
farol hace guardia junto al Cruceiro de Santa Cruz.
Los senderistas regresan
al punto inicial con alegría y ánimo para dar forma y vida a otras caminatas, a
otros sueños…
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