A los senderistas del
Blog Grupo de Andainas Rías Baixas nos gustan las caminatas llenas de belleza y
que nos sumergen en los encantos de nuestro pasado.
Todo eso lo encontramos
en esta ruta reinaugurada y que gira en torno al Río Maneses, con el que tomamos
primer contacto en El Área Recreativa de Lodeiro en donde el pincel del otoño dejaba
su huella sobre las hojas de los árboles.
Como buen río gallego nos
muestra una variada colección de molinos en una y otra orilla.
Algunos tienen nombre
propio, como el primer molino con el que nos cruzamos: El Molino de
Constantino.
Al que se le unirán el Do
Crego, el De Soutiño, …
Los hay que muestran al
caminante un aspecto reluciente y cuidado, y otros presentan invadidas sus
paredes por los elementos de la flora del lugar.
Todos en su conjunto
reproducen momentos llenos de encanto y que alegran al alma del visitante de
estos parajes.
El Maneses, afluente de
nuestro Río Lérez, compañero travieso y cantarín, no defrauda las expectativas
de sus sinvitados.
Hay veces en que
tendremos que cruzar de una a otra orilla y lo haremos por diversos puentes
colocados al efecto.
En ocasiones hay que
ascender por el escarpado terreno, acción facilitada por una serie de rústicos
escalones. Os gustará subir, parecen
dirigirse hacia el cielo.
La vegetación de la ruta
es muy variada, predominando la arboleda propia de ribera embellecidos sus
troncos con las retorcidas hiedras.
Aunque también nos
deslizaremos bajo la sombra de los pinos.
Y hasta alguna parra
silenciosa y multicolor nos vio pasar altanera.
Siempre nos fascina
caminar por estrechas congostras como ésta en donde el musgo tapiza muros y
piedras del camino.
Como la senda discurre
cerca de El Parque Arqueológico de Arte
Rupestre de Campolameiro nos decidimos a hacer una visita.
El día era claro y luminoso y
animaba a dejarnos llevar parsimoniosamente por este centro dedicado a la difusión del arte
rupestre gallego.
Allí disfrutaremos con la
extensa obra dejada por nuestros ancestros, allá por La Edad De Bronce.
No paséis por alto la
llamada Laxe dos Carballos. Está toda ella decorada con diversos petroglifos
entre los que destaca la majestuosa figura de un ciervo de impresionantes
cuernos.
También os va a gustar la
representación de un poblado en el que vivirían los artistas de los tesoros aquí
custodiados.
De vuelta al camino nos
volvemos a encontrar con el líquido elemento. Esta vez son las tranquilas aguas
del Río Lérez las que llaman nuestra atención en un bonito paraje.
Todo ésto que os contamos
y algo más que dejamos en el tintero lograron una auténtica explosión de alegría
que se manifestaba en el semblante de los senderistas.
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