En esta ocasión le toca
de nuevo al Río Neiva ser protagonista en esta nueva caminata de los senderistas del Blog Grupo de Andainas Rías
Baixas.
En una ruta que iniciamos al
pie del edificio de La Junta de Freguesia de Castelo de Neiva, Portugal. Tras
unos pasos por un camino empedrado llegamos a La Iglesia de Santiago.
No nos estrañe el nombre
porque la zona es lugar de paso del Camino de Santiago, cuyas marcas encontramos
en numerosas partes de este recorrido, que en algún momento nos lleva al llamado
Castro de Moldes.
Muy cerca del Monte
Guilheta en donde encontramos La Capilla de La Senhora dos Emigrantes.
Y una estatua dedicada
precisamente a las personas que tienen que dejar su tierra natal y marchar por
el mundo adelante para ganarse la vida.
También un área de
esparcimiento con una cruz y El Monumento al “Santo Condestável”, guerrero y
beato, fundador de la casa de Braganza.
Ahí en ese mismo lugar no
os perdáis las fantásticas vistas que, en días despejados, claro, se ofrecen a
quien por allí se acerca.
Animaos también a subir
un poquito más hasta el enclave en donde, con la compañía de un cruceiro y un vértice
geodésico, tendréis una visión de 360º.
Descendemos y allá que
nos vamos a la búsqueda del Río Neiva. Por el camino nos sorprendió “O Penedo
das Chaves”, con una forma curiosa y que resulta ser un lagar excavado en la
roca que data del final del Imperio Romano.
Y ya sí tenemos una
primera toma de contacto con las aguas del Neiva.
En un entorno salvaje con
la enredaderas, las verdes hiedras, cubriendo las paredes de una antigua aceña y
un destruido pontillón.
Las aceñas van surgiendo
aquí y allá acompañando al rugir del río.
Haciéndose mutua compañía
en días menos agitados que los de antaño.
Un momento que nos gustó
especialmente es cuando avistamos La Aceña Branca con su pontón.
Ya habíamos estado allí
hace unos años, pero en la orilla opuesta, y ya entonces sentimos la fuerza mágica
del río.
Dejamos el río y nuestros
pasos nos llevan sobre una senda segura, cómoda, con el cielo azul sobre
nosotros y el estallido de la primavera a nuestro alrededor.
No os perdáis el momento
de reencuentro con El Neiva.
¡Deteneos unos minutos a
contemplarlo!
¡Y El Atlántico allí,
turbulento, al alcance de la mano!
Pero debe el viajero,
raudo y veloz, continuar su periplo.Y lo hace por un sendero al borde del mar en donde no faltan las playas.
Ni los bancos, que invitan a la contemplación del espectáculo de las olas.
Llegamos así al puerto, que cruzamos calmamente, bajo la atenta mirada de los barcos pesqueros en su día de descanso.
Serpeamos con la senda, por momentos tapizada y adornada con motivos primaverales.
Para llegar a conocer estos
otros elementos destacados de la ruta.
Son los llamados “Palheiros
de Sargaço”. Están hechos con algas recogidas y puestas así a secar, en estos
montones característicos para poder usar luego en los campos como abono.
Sin duda una ruta
completita con olor a río, a aceña, arena, salitre y y marejada.
Esta viaxe e preciosa.
ResponderEliminarSen dúbida! ten unpouco de tod: Río, muiños, camiños bonitos, e... O MAR!
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