Los ríos Miño y Sil riegan las tierras por
donde transcurre La Ruta del Contrabando que os traemos hoy hasta El Blog Grupo de Andainas
Rías Baixas.
Nosotros iniciamos la caminata en Penalba y ya
allí el Miño nos ofrecía esta visión culebreante de su curso.
Es otoño y los viñedos que pueblan estos lares
nos agasajan con esta paleta de colores tan variada, distinta y sugerente.
A partir de ahí entramos en pleno bosque
caminando por sendas que parecen encantadas con verdes muros musgosos a uno y
otro lado.
Y que nos van ascendiendo paulatinamente por
la ladera.
Es otoño, no nos cansamos de decirlo, y este
año nos está regalando paisajes de ensueño.
Hay gran variedad de arbolado destacando los
castaños que nos presentan mil y una caras.
Y que nos alfombran la ruta con sus hojas, sus
erizos y sus ricas castañas.
Es una verdadera maravilla el poder caminar
tranquilamente por este regalo de la naturaleza.
Nos encontramos con la sorpresa de dos
lavaderos, ahora sin clientela, y nos preguntamos si realmente alguna vez la
tuvieron allí en pleno bosque, en medio de la nada.
Ahora están allí simplemente esperando que bebamos la rica
y fresca agua que mana de sus fuentes.
Abrumados por el espectáculo de color, y mil sensaciones
más percibidas en el bosque, llegamos a Sobrado en donde paramos un rato para visitar su
iglesia.
Y ya le toca el turno al Mirador da Lampa,
conocido también como de Moura. Desde allí, en días despejados, se tiene una primera visión del río Sil.
Nosotros tuvimos que contentarnos con el manto de niebla que lo cubría.
El camino que seguimos después está jalonado por
multitud de bolos o rocas más o menos redondeadas como O Penedo do Trigo que
alegran el paso del caminante.
No dudéis en acercaros hasta el paraje en donde
se hallan Los Penedos de Rufino en donde os entretendréis un rato imaginando a
qué os recuerdan las formas de sus piedras.
Y como quien no quiere la cosa nos encontramos
delante de la fabulosa Pedra Longa.
El lugar es un auténtico mirador hacia el río
Sil, y esta vez la niebla, nos permitió disfrutar de todo el paisaje.
¿Podéis entrever El Monasterio de Santo Estebo
en la lejanía?
También los podemos visualizar a los dos, río
y monasterio, desde O Castro de Moura.
El enclave constituye un verdadero balcón sobre
el valle y las montañas en la lejanía.
Otra parte muy bonita de la ruta del
contrabando es la que nos lleva a conocer una serie de molinos, casi
encadenados, esperando al senderista.
Y nos adentramos de nuevo en el misterioso
bosque gallego siempre lleno de duende.
Hasta escaleras tenemos para deslizarnos por
ellas.
No faltan las albarizas, los muros de ensueño, las minas de agua,
ni el colorido otoñal.
Y ya llegando al final de nuestra jornada
todavía nos encantamos con este precioso momento.
¡Maravilloso! ¡Y es que las cosas bien hechas, y hechas con
amor, bien parecen!
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