Transcurre por tierras, sierras y lugares de Arcos de
Valdevez, Portugal.
Es una ruta circular no señalizada que nosotros comenzamos
en el lugar de Bostelinhos y ya desde el comienzo sentimos en el aire el
encanto rural dominante.
Y que será la tónica en gran parte del recorrido mostrándonos
las tierras cultivadas en los característicos socalcos.
Musgosos muros de piedra que conducen el sereno paso del
caminante.
Robustos y sólidos establos para los animales.
Fantásticos pontillones para sortear pequeños y risueños
regatos.
Hermosas casas de piedra cual fieles guardianes de la
cosecha.
Refrescantes pozas que nos emplazan a visitarlas en tiempos
de más calor.
Caminos minuciosamente empedrados, símbolo de la paciencia y
eficiencia de la gente de antaño...
Poco después del comienzo oímos el rumor del río Ázere e hicimos
una escapadita para ver el agua que corría por su lecho rocoso bajo un bonito puente.
Es otoño, y su magia se extiende al paisaje que nos circunda.
Las hojas de los viñedos muestran esa variada paleta de color que contrasta con
la viveza del cielo azul allá en lo alto.
Algo que vais a encontrar aquí y allí a lo largo de esta
senda van a ser los chozos, esas pequeñas construcciones destinadas a habitáculos
de los pastores en plena montaña.
Están esparcidos por todas partes. Algunos aparecen a la
verita misma del camino.
Y otros hay que alejarse unos metros para llegar a ellos.
Los hay que están muy bien conservados e incluso habitados,
ahora por animales.
Aunque el estado de algunos nos dice que ya pasaron por mejores momentos.
Pero todos sin excepción se nos muestran como testigos de
una vida pasada, muy activa, diferente, de duras condiciones y no muy lejana.
El nombre de la ruta se debe al foso de lobo, de cabrita, que se
encuentra en el recorrido.
Se trata de un cercado circular, de piedra hacia donde el lobo
se dirigía atraído por los balidos de una cabrita que dejaban en el interior
con tal propósito.
Para llegar hasta él vamos caminando por lugares amplios que
nos dejan ver la inmensidad de la sierra.
Y los pueblitos lejanos como pequeñas ovejas tostándose al
sol.
Por estos pagos encontraréis vacas cachenas pastando
tranquilamente y caballos salvajes que se alejan del senderista rápidos y
raudos.
Y no dudéis en acercaros hasta el paraje en donde se
encuentra la lamada “pedra bulideira”. Muy parecida a nuestra pedra do
equilibrio, ¿verdad?
Si miráis alrededor vais a ir encontrando formaciones
rocosas con siluetas más o menos simpáticas. ¿qué veis en esta?
Indudablemente una caminata que nos dejó un buen sabor de
boca. ¿Os animáis a seguirla?
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