Este fin de semana los
senderistas del Blog Grupo de Andainas Rías Baixas hemos estado admirando este
espectacular meandro que forma El Río Sil en su recorrido.
Lo podéis encontrar
realizando la conocida como Senda de A Cubela pues es en ese lugar en donde se
encuentra esta maravilla de la naturaleza.
En la primera parte de la
ruta vamos ascendiendo paulatinamente, y lo hacemos rodeados de castaños por
doquier. ¡Todo es un puro castañal!
Algunos castaños centenarios nos muestran orgullosos sus formas caprichosas.
También abundan los
madroños, nogales, robles y otras especies arbóreas de la vegetación
atlántica.
Y no faltan los viñedos tan característicos de estos parajes.
La mañana despertó
húmeda, acompañada de nubes bajas, lo que propiciaba un maravilloso espectáculo
con las montañas lejanas y el río Sil desplazándose perezoso.
El senderista camina por
sendas que coinciden en tramos con el llamado Camino de Invierno a Santiago.
Llegamos así al pueblito
de Torbeo en donde visitamos La Iglesia de Santa María, de transición del
románico gallego al ojival, está datada a finales del S. XII comienzos del
XIII.
No os perdáis las
muestras de arquitectura tradicional en todo el trayecto, en las casas de minúsculas piedras o en los clásicos sequeiros cerca de los
castañales.
Y disfrutad de la magia todavía existente en los tejados de pizarra de las casas y alpendres de los pueblitos abandonados.
A partir de Torbeo iniciamos ya el descenso y lo hacemos por un bonito sendero y con la compañía de las nubes.
A partir de Torbeo iniciamos ya el descenso y lo hacemos por un bonito sendero y con la compañía de las nubes.
Los madroños y castaños
forman firmes a uno y otro lado, cuan fieles guardianes de lo atesorado a su
alrededor.
Decidíos y probad los
rojos frutos que nos ofrecen los madroños… ¡Riquísimos!
Llegaréis así al
desfiladero conocido como Piedra Tallada, porque el paso fue abierto tallando
la roca para posibilitar la comunicación entre las aldeas.
Arribamos así a un primer
mirador sobre el famoso meandro del río Sil en donde da un giro de casi 360 º.
Meandro que podremos
continuar avistando en nuestro descenso por el cuidado sendero.
Y que casi llegamos a
poder tocar con la mano, ¡tan cerquita llegamos de él!
El pueblito del cual toma
nombre la ruta, A Cubela nos espera un poco más abajo.
Aquí el color de la
tierra y las paredes de las casas son rojizas, lo que nos recuerda un poco a
Las Médulas. Pues resulta que por aquí también anduvieron los romanos
practicando la minería con el sistema de “ruina montium”.
Y a partir de A Cubela
vamos a tener como compañero inseparable al río Sil. ¡No lo dejamos escapar!
Y no nos cansamos de
mirar y remirarlo.
No sólo por donde
deslizamos nuestros pies. Sino que también la orilla opuesta merece nuestra
atención con sus viñedos en bancales adaptados a las escarpadas pendientes. ¡De vértigo!
La senda es toda ella un
regalo para el caminante.
Serpeando y serpeando nos
lleva casi sin sentir.
La vegetación ahora
muestra una simbiosis de bosque atlántico y mediterráneo. Continúan los
castaños los fructíferos madroños pero también numerosos alcornoques agrupados
dispersos aquí y allá y en torno a este puentecillo.
Y caminad tranquilos, es
imposible perderse. Las señales blancas y amarillas te muestran siempre el
camino a seguir.
Y de vez en cuando tomaos
un respiro en los numerosos miradores.
Y al llegar a casa, seguro
que recordaréis ésta como una ruta de gran belleza. Sólo belleza en todas
direcciones.
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