Esta vez le tocó al Concello de Neda, cerca de Ferrol, ser protagonista de la caminata de los
senderistas del blog Grupo de Andainas Rías Baixas.
Como sabéis Neda es lugar
de paso del Camino de Santiago que sale de Ferrol. Nosotros iniciamos la ruta
al pie mismo de La Iglesia de Santa María y fuimos testigos del paso de varios
peregrinos.
También admiramos la
belleza del edificio barroco y nos sorprendimos en el altar mayor con la talla
de madera del Cristo de La cadena, que dicen de origen inglés llegado a bordo
de un barco allá por la época de Los Tudor.
Y ya sin más demora
continuamos con la llamada Senda del Río Belelle, cuyo nacimiento tiene lugar
en Las Fragas del Eume y cuyas aguas finalizan encontrándose con el mar en La
Ría de Ferrol.
En la ruta nos vamos
encontrando vivas muestras del pasado de la zona con la presencia de varios
molinos, algunos en abandono y otros todavía en funcionamiento, que nos hacen
referencia al afamado Pan de Neda.
También nos enteraremos
de que hace tiempo las aguas del Belelle movían las ruedas hidráulicas de una
antigua fábrica textil en donde se fabricaban las velas de los barcos. El lugar que hoy es conocido como “Pazo de
Isabel II” se encuentra en decadencia.
Pero desde luego el río
es el protagonista de la senda. A veces lo encontraremos sereno y apacible,
cercado por la frondosidad de los árboles propios de ribera.
Y otras veces lo veremos
serio y enfurruñado con todo lo que encuentra a su paso.
Sobre todo a medida que nos
acercarnos al Molino da Barcia, perfectamente restaurado y ofreciendo su
magnífica estructura al paseante en un paraje precioso.
Pero la guinda de la ruta
no está ahí sino que la encontramos al acercarnos a La Antigua Central Eléctrica.
Allí nos gusta incluso el
embalse del agua, con su ruidosa caída desmelenada.
Y el sinuoso y retorcido
camino que escogemos a la verita del río.
Todo para llegar al lugar
en donde el Belelle se desliza desde lo alto de la montaña en una caída de 45 m y cuya forma y belleza
nos hacer recordar otras cascadas de más renombre que ésta casi desconocida.
Estuvimos mismo al pie de
la cascada. Como veis formaba una humareda, que impedía acercarnos más y
permanecer allí durante largo rato ya que nos dejaba empapados.
La verdad que con la
cantidad de agua caída en los días anteriores a nuestra visita, el río se
mostraba espléndido y pleno de fuerza. La cascada impresionaba por su magnitud
y por el rugido de su estruendosa caída.
Viene después una ligera
ascensión en zig-zag, rodeados de la belleza de lo árboles del lugar.
Desde distintos puntos de
nuestra subida continuaremos admirando la belleza de La cascada del Belelle.
El camino hacia nuestro
punto final lo hicimos con una parte común al trayecto inicial. Pero nunca
cansa el caminar sobre la cantarina hojarasca que nos ofrecía una mullida
alfombra bajo nuestros pies.
Y el seguir y perseguir
el divertido discurrir del río Belelle.
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