El pasado sábado los senderistas del Blog
Grupo de Andainas Rías Baixas nos acercamos hasta La Sierra de Arga, en
Caminha, Portugal.
Y, lo hicimos, para realizar una ruta organizada
por El Centro de Interpretação da Serra de Arga con el fin de conocer los alrededores
del mismo.
Es una ruta circular de pocos km, y cuyo inicio
y salida coinciden con el lugar en donde se encuentra el CISA, a la entrada de
La Freguesia de Arga de Baixo, una antigua casa forestal acondicionada al
efecto.
En el interior podemos ver diferentes vitrinas
en donde se hallan expuestos al público muestras de extracciones mineras de la
zona, y, por las paredes, y en toda la sala, elementos varios del rico
patrimonio y tradiciones de la gente de La Sierra.
Nada más salir de allí torcemos a la izquierda
y ya caminamos sobre una antigua calzada, conocida como “Caminho do Potão”,
con las losas de piedra, y que era empleada hasta no hace mucho, por los moradores
para subir y bajar con los carros para abastecerse de leña, etc.
Algo que destacar en este primer momento son
las vistas hacia la parte gallega, con la presencia del Río Miño que corre en
el fondo, en su trayecto hacia El Atlántico, y el Monte Santa Tecla allá en la lejanía y que los
caminantes podemos ver durante largo rato.
Los senderistas van caminando, desfilando y
contemplando este paisaje agreste, casi árido, pero nunca exento de encanto y
belleza.
Y, poco a poco, vamos recorriendo otros caminos
como los de A Chã de
Valverde e do Guindeiro, O Campado das Rosas, A Gandâra, Meijão,... Y
la vista se va acostumbrando al
predominante gris de las rocas entre el verde pincelado de la vegetación que
nos circunda.
A veces surgen ante nosotros masas de rocas
destacándose su pétrea figura en el horizonte de esta Sierra de Arga que forma parte de La Red Natura.
E incluso encontramos la hermana gemela de la
tortuga de Castro Laboreiro, allí, agazapada y queriendo pasar inadvertida a los ojos del caminante.
Muy cerca de ella arribamos a un paraje
desde donde podemos contemplar la inmensidad del Océano Atlántico, con Esposende,
Ofir, Viana do Castelo, Vila Praia de Áncora,... allá abajo esperándonos.
No falta la presencia de esos gigantes
zumbadores que escrutinan desde las alturas el paso alegre de los caminantes.
¡Y qué bonita la estampa de los caballos
salvajes disfrutando de su libertad! Vimos varias manadas que estaban
apaciblemente comiendo y que se dejaban fotografiar, casi posando, sin temer nada del ser
humano.
Y ya toca ir cerrando el círculo de la ruta y
lo hacemos nuevamente por una senda empedrada que es una maravilla.
Varias veces encontraremos las mariolas,
acúmulos de pequeñas piedras, para indicar la senda al caminante.
Y también encontramos un alivio al calor que
ese día mostraba sus rigores allí en la sierra, con un idílico lugar en donde manan
dos manantiales que apagaron la sed de los caminantes y en donde la sombra de árboles
propios de ribera y las tranquilas aguas de un regato invitaban a permanecer
allí disfrutando del momento.
Pero todo lo bueno se acaba y continuando la
caminata todavía pasamos delante de La Iglesia de Arga de Baixo, con peto de ánimas y cruceiro
incluído, antes de finalizar la jornada de nuevo en el CISA.
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