El río Arnego nace en La Sierra do Faro y
recorre La comarca del Deza antes de dar sus aguas al río Ulla del que es
afluente.
Y a lo largo de las tierras regadas por sus
aguas se agrupa una gran extensión de arboleda, formada sobre todo por alcornoques,
y que es conocida como “Os Sobreirais do Arnego”.
Ocupa 1.537 Ha y se propaga por
parajes de los ayuntamientos de Agolada, Lalín y Vila de Cruces. Un espacio natural declarado Lugar de
Importancia Comunitaria dentro de Red Natura 2000. Aquí, el alcornoque, (sobreira en galego, de ahí el nombre del lugar), una
especie propia de climas más suaves logró sobrevivir gracias a las condiciones
climatológicas que presenta El Valle del Arnego.
Y para conocer parte de este bosque único, una
mañana, que en principio se despertaba gris y con amenazas de lluvia, los
senderistas del Blog Grupo de Andaninas Rías Baixas, comenzaban a caminar en el
área recreativa del río Arnego, en la localidad de Carmoega, Agolada.
Allí mismo admiramos ya el contraste que nos
presentaba el Arnego con la suavidad de la superficie de sus aguas por un lado y la fuerza y la belleza de su cauce pleno de vida, ligero
y rebosante, por otro.
Quietud que nos recibió también en el enclave
en donde se encuentra este molino, descansando ahora de su frenética actividad
de antaño.
El Arnego, río truchero, es muy
frecuentado por pescadores que se desplazan por estrechos senderos que también
permiten al caminante llevar sus pasos más cerca del agua y disfrutar
plenamente.
A lo largo de la primera parte de la ruta,
realmente espectacular, son muchos los momentos mágicos que quedarán para
siempre en la retina de los senderistas. El río siempre como fiel compañero.
Y la serpeante senda llevándonos y facilitándonos estos
encuentros con un pasado no muy lejano.
Como digo, hay abundancia de alcornoques, pero
no faltan castaños ni elementos de nuestros vigorosos robles.
Y en una y otra orilla avistaréis ejemplares
de alisos, abedules, fresnos, sauces y otros árboles propios de ribera.
Si os pasa lo mismo que a mí, os sentiréis
fascinados con el colorido que nos presenta el río a cada paso. Y querréis estar una y otra vez, cerca, muy
cerca del agua.
Un agua siempre cantarina, emulando a los pájaros que cerca se cobijan, y transformando por momentos su canto en estruendoso rugido para mostrar su poderío.
Ya en la segunda parte de nuestro recorrido
iremos conociendo lugares a medida que vamos ascendiendo ligeramente. Así,
llegamos a Pena Maior.
Desde allí, el paisaje es una maravilla,
pudiendo admirar ampliamente el horizonte. Y, en días claros, obtendréis una
fantástica panorámica con vistas a La Sierra do Candán, Monte Farelo, Sierra do
Faro ..., que contemplaréis con calma y sosiego.
Variados tonos de verde impregnarán vuestro
campo de visión, unidos a la paleta de colores variopintos con los que la primavera nos
obsequia.
¡Es una gozada estar allí en medio de la
naturaleza! Agradeciendo que la lluvia no quisiera finalmente sumarse a la
caminata.
No faltarán elementos de la arquitectura
popular con casas de piedra y madera, hórreos... que nos ofrecen un sinfín de rincones
con encanto.
Y ya avistando La Iglesia de San Pedro de Carmoega, de fachada
barroca con pináculos en las esquinas en forma de florero, sabremos que estamos
casi, casi, llegando al final de nuestro bonito paseo.
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