La Villa de Melgaço, en Portugal,
tiene un afamado balneario y un magnífico castillo medieval.
Pues, éstos, son dos de
los puntos de referencia de la ruta que os presentamos en la primera semana del
año 2015 desde El Blog Grupo de Andainas Rías Baixas.
Comenzamos la caminata al
borde mismo del Parque Termal de O Peso, que es donde se encuentran varias
instalaciones de aguas medicinales con diversas propiedades y muy apreciadas desde hace tiempo.
Y allí mismo podréis
apreciar la soledad de un escondido molino y la solidez de un pétreo puente
romano-medieval sobre las aguas del regato Da Folia después de su paso por el parque termal.
Continuamos callejeando
por el lugar de Remoães en donde apreciamos sus bien cuidadas casas de piedra,
fuentes, un palomar y algún que otro blasón en las paredes. Los pasos del caminante
lo llevarán después sobre piso de zahorra, teniendo a un lado y a otro tierras
cultivadas, la mayoría dedicadas a viñedos, no en vano aquí es una de las cunas
del Alvariño portugués.
Llegamos ya a zona
boscosa y, de repente, nos encontramos gratamente sorprendidos con la visión de
las azules aguas del río Miño, allá abajo, y que serán una presencia casi
constante a lo largo de la ruta.
Por estos parajes las
especies arbóreas son variadas pero con predominio de los pinos que
proporcionan su agradable sombra al senderista.
Y otra de las
características de esta ruta es el paseo sobre una pasarela de madera
construída sobre una antigua levada. Nos lleva siempre teniendo magníficas
vistas sobre el río Miño, y España a nuestra izquierda y bosque portugués a
nuestra derecha.
Cuando se termina este
tramo, digamos de diseño, entramos ahora en uno más salvaje. Un estrecho y
precioso sendero que nos lleva a admirar aún más la obra de la madre naturaleza
por la belleza del camino en sí, y lo variado de la vegetación que nos rodea.
Además, a nuestra
izquierda, el regato Do Porto baja realmente galopando, desbocado y decidido a entregar sus aguas al río Miño dejándonos
momentos realmente espectaculares y que me llevan a pensar que muchas veces los
ríos pequeños no desmerecen la fama de los grandes.
Pero no termina aquí la
cosa sino que casi al final de esta senda nos encontramos con este bonito
paraje: río y molino. No se puede pedir más.
Y poco a poco vamos
encaminando nuestro andar hacia la villa de Melgaço. A nuestro paso ricas
muestras de la arquitectura civil y religiosa, como La Iglesia-convento de As
Carvalhiças.
Arribamos a la entrada de
la muralla, en donde también nos llamó la atención la imagen dedicada a Inés Negra,
una mujer que luchó contra los castellanos que gobernaban la villa allá por el
S. XIV. Y, callejeando, nos
encontramos con El Solar Do Alvarinho edificio
seiscentista dedicado a la misión de promover y divulgar, claro está, el vino
Alvarinho Portugués y en donde además de catar vino se pueden degustar y comprar
los sabrosos productos típicos de la región.
También visitamos La Iglesia Matriz de estilo Románico,
aunque con varias remodelaciones posteriores y que al principio era conocida
como Iglesia de Santa María da Porta, por encontrarse junto a una de las
puertas de la muralla de Melgaço. Fascinantes sus elementos decorativos.
Y por
fin pudimos contemplar uno de los objetivos de nuestra caminata: El Castillo de
Melgaço con su impresionante Torre de Homenaje, mudo testigo de un pasado de
esplendor.
Y ya toca ir iniciando el regreso y lo hacemos
pasando por el llamado Centro de Estágios de Monte Prado, um espléndido complejo
rodeado por pinares, con estadio, pista de atletismo, campos de ténis, área
recreativa, mini-golf, lagunas, piscinas e incluso un anfiteatro. Por cierto
que allí encontraréis algunas esculturas curiosas, entre ellas una especie de
bola del mundo y este deportivo personaje.
El senderista camina ahora cerquita del Miño,
casi tocando sus frías aguas. Y lo hace por un tranquilo sendero sombreado por árboles de diversas
especies y cubierto su suelo de trisqueante y mullida alfombra de hojas.
Nuestro paso tiene por compañía el fluír ligero
de las aguas del río que ese día se presentaba tranquilo y reflejante su superficie como un espejo.
También admiramos multitud de pequeñas formaciones rocosas en el lecho del río y las "pesqueiras", muros de piedra
construídos perpendicularmente a la corriente del río en uno de los pocos
lugares donde se preservan las viejas tradiciones del arte de la pesca sobre todo
de la lamprea.
Llegamos así a nuestra meta y nos dedicamos a
curiosear un poco por el parque termal que se encuentra envuelto por antiguo
arbolado y que impresiona por su dimensión. Admiramos los distintos edifícios: "A Fonte Principal" y "A
Fonte Nova", El Balneario, El Antiguo Hotel con su abandonada capilla... Todo ello tiene un algo de misterio que nos hace
recordar épocas pasadas y constituye un escenario idílico, ideal para comenzar y
terminar esta caminata.
¡Ah! Otro encanto que añadir a la ruta: es casi seguro que a lo largo del recorrido se va a escuchar y ver pasar el tren varias veces, allá en el horizonte cercano en donde se dibujan las tierras gallegas al otro lado del Miño... Y... Ya conocéis la canción: O tren que me leva pola beira do Miño... ♫♩♫ ♫♩♫
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