Es domingo, suena el
despertador, son las siete de la mañana y toca caminata. ¡Pero si están cayendo
chuzos de punta!!! ¿Chuzos? ¿Y eso qué es? ¡Pues, agua a mares sobre Pontevedra!

Para ello nos hemos
desplazado una vez más hasta el Concello de Covelo. Y como con el Carnaval y
sus desmadres, el cuerpo ya no está para permanecer mucho tiempo en remojo,
hemos elegido una ruta cortita, algo menos de 9 km, pero suficiente para estirar las piernas y matar
el gusanillo.


Añadir también que la ruta en sí, está señalizada, pero en vez de contar con las clásicas señales blancas y amarillas de pequeño recorrido, está marcada con postes de madera en los cuales se ven un caminante y un lobo, a veces la huella del lobo, en color rojo, y encima del poste una flecha blanca indicando la dirección, única, que debe tomar el caminante. Quiero decir que aunque es una ruta circular las marcas sólo indican la dirección en el sentido antihorario. Y ese es el recorrido que hemos hecho nosotros, saliendo del barrio de O Castro, en Covelo.



La senda está perfectamente
acondicionada y vamos pisando sobre
pistas forestales, a veces alfombradas por las hojas caídas, o simplemente
cubiertas de hierba, senderos de tierra, o empedrados, y maravillándonos con
toda la belleza que la madre naturaleza nos ofrece en estos parajes:
No sólo
las impresionantes cascadas y rápidos que el río nos ofrece, sino también la
frondosidad y variedad de los árboles: los típicos de ribera, pinares muy cuidados, robles,
castaños, abetos, algún que otro alcornoque...


También reseñar los elementos arquitectónicos
aportados por la mano del hombre a lo largo del tiempo: petroglifos, molinos,
fuentes, áreas recreativas, muros, puentes, cruceiros, calvarios...
Y después de este corto periplo por los
lugares antes mencionados llegamos hasta El Castro De Covelo en donde admiramos
la belleza del lugar, un precioso enclave, así como la del calvario y del cruceiro allí existentes.
Por cierto, que es en la
base de este último en donde podemos apreciar los petroglifos anteriormente reseñados.
Y ya sólo nos restaba descender de nuevo hacia el río para dar por terminada la
caminata en medio de la espectacularidad de las cascadas formadas por las turbulentas aguas y que dibujaron en nosotros una
sonrisa de permanente satisfacción por haber podido estar allí disfrutando de
esta pequeña maravilla. ¡No os la perdáis!
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Que bonitas son todas las fotos, parecía un día de lluvia?
ResponderEliminar¡Hola Inés! Síiii era un día de mucha luvia... Pe5ro nosotros caminamos igual, aunque llueva a mares...
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