La villa de Cortegada, fronteriza
y estratégica, en la provincia de Ourense, pero muy cerca de tierras
portuguesas y pontevedresas, fue una de las primeras poblaciones, a comienzos del XIX, en tener
casa de baños reconocida oficialmente por el gobierno de
Fernando VII.
Y es desde el Balneario de Cortegada, un edificio
modernista de 1937, a
los pies del río Miño, en el embalse de Frieira, donde comienza y
termina la caminata que os traemos hoy hasta El Blog Grupo De Andainas Rías
Baixas.
Se dice que sus aguas, recomendadas para
enfermedades hepáticas, respiratorias, gastrointestinales y de la piel,
ya eran conocidas en el siglo XV. Son unas aguas sulfurosas, inodoras,
transparentes y de olor y sabor azufrado no muy intenso y que brotan a una
temperatura de 30º C.
Es una ruta que tiene muchos puntos en común con el llamado Roteiro de Cortegada, una ruta con algunos km más que esta que os presentamos. El comienzo es realmente una maravilla por el
entorno del balneario con el Miño besando sus cimientos y, unos metros más
adelante, el incomparable espectáculo que apreciamos desde El Mirador Coto Da Pena.
Durante
toda la ruta el paisaje realmente es fantástico, tanto en la parte que
transcurre con vistas al Miño como en los de interior, algo más alejados de las aguas y a través
de los diversos lugares por los que pasamos.
Con bosques típicos de ribera y otros en los
que predomina el pino. Pero también encontramos ejemplares de alcornoques,
madroños, castaños, robles, laureles, retamas, helechos…
Especies que llenan de
magia y energía las arboledas y en donde la primavera se manifiesta ya con toda su fuerza.
También muestras de arquitectura, religiosa
como el santuario barroco de San Benito en Rabiño, con su humilladero.
El
templo, barroco, perteneció al monasterio de Celanova, fundado por San Rosendo,
a través del Priorato de Arnoia. Destaca su torre central que se alza sobre la
puerta principal dando impulso vertical a la fachada. Sobre la puerta, y en
medio de un frontón triangular, se puede observar la efigie de San Benito.
En
el interior, relieves de la Trinidad decoran el retablo mayor del XVIII, e impresionante
para mí.
También muy presente la arquitectura civil en casas de piedra
y hórreos…
Algunos lugares con un encanto especial en donde parece que el
tiempo se detuvo…
Otros, ahora abandonados pero que nos muestran con orgullo un
pasado de esplendor, y en donde la pátina del tiempo no desmerece, sino que
añade más belleza, si cabe, a pueblos como
los de O Vao y A Barca.
Momentos muy agradables para el caminante, con muy
poquito de asfalto y la mayoría por senderos en donde se pisa casi siempre
sobre hierba, tierra, alfombras de hojas...
Puentes de madera, de piedra y metal…
Subidas y
bajadas por senderos naturales, sobre escalinatas de piedra o de madera, pero
siempre con la naturaleza como protagonista.
Parajes en donde, sin duda, el caminante se quedará con todas
y cada una de las sensaciones que allí se
perciben, los aromas de la vegetación que nos envuelve, el aire tranquilo y
puro, los sonidos de los pájaros con sus trinos, las hojas de los árboles, las
pequeñas embarcaciones por el río, el tañido de las campanas llamando a misa...
Y el tren... Sí, el tren, que, ajeno al paso de los senderistas, traquetea raudo y ligero en
la otra orilla y que nos hace recordar la célebre canción de Andrés Do Barro: O
tren que me leva pola beira do Miño…
Fantástico trilho!
ResponderEliminarGrato pela partilha!
Abraço
Muito obrigada Nelson,
ResponderEliminarUm dia temos de partilhar mais uma caminhada
Abraço
Que paisajes mas bonitos seguro que estar alli es precioso
ResponderEliminarEsque mi profe es muy aventurera!!!
¡Hola Aida¡ ¡Te aseguro que sí, lo mejor es estar allí! Cualquier día tenemos que organizar una aventura para todos... ;)
ResponderEliminarHola profe que tal seguro que fue una experiencia muy guai.
ResponderEliminarQue aventurera es mi profe y su marido creo que también;):)
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