Esta es la crónica de nuestra XXIV Etapa del Camino Francés a Santiago que nos llevará desde Foncebadón hasta Ponferrada.
Tras una subida
inicial nos hallamos delante de la conocida como Cruz de Ferro en donde
depositamos las piedras que, según la tradición, cada peregrino debe llevar desde
su tierra natal.
A su lado se
erige una Ermita consagrada a Santiago Apóstol.
Continua su
camino el peregrino por una pista paralela a la LE-142 que nos deja bonitos
momentos entre la vegetación circundante y las montañas altaneras.
Una simple cruz
nos señala que entramos en Manjarín actualmente deshabitado y en ruinas sus
viviendas.
Algo más
adelante nos adentramos en una senda con frondoso arbolado cercano a una
fuente.
Para a
continuación encontrarnos con matorral bajo, brezo, todavía con la alegría de su
colorido y el telón del cielo y las montañas en el horizonte.
Una sonrisa asoma en la faz del caminante al otear las primeras casas de El Acebo, con escalera exterior y tejado de pizarra. Aquí dejamos atrás La Maragatería para entrar en tierras de El Bierzo.
Vamos
descendiendo paulatinamente. El suelo que pisamos es pedregoso con pedruscos
sueltos y deslizantes y hay que caminar con cuidado para evitar posibles
caídas.
Conocemos
pequeñas localidades como Riego de Ambrós con sus pintorescas casas y su Ermita
de San Sebastián.
El peregrino se
regocija cuando surge ante él El Santuario de Las Angustias antesala de
Molinaseca.
Por allí se
desliza El Río Meruelo y, después de tan árdua bajada, nos tomamos un tiempo
para relajarnos contemplando cómo La Iglesia de San Nicolás se refleja en sus
aguas.
Cruzamos a la
otra orilla sobre los 7 arcos del Puente de Los Peregrinos de Planta Románica.
Y nos adentramos por Molinaseca alegrando la vista y el espíritu con su bonita arquitectura y las flores de los balcones.
Nos llamó la atención el crucero casi al
final de La Calle Real.
Así como El
Monumento al Peregrino unos metros más adelante.
Bajo El Puente Boeza, del S. XVI, volvemos a encontrar el líquido elemento esta vez formando El Río Boeza.
Y henos aquí
que nos vemos entrando en Ponferrada. Allí nos recibe La Iglesia de San Andrés
del S. XVII y Estilo Barroco.
Vigilada muy de
cerca por El Lambrión Chupacandiles, nazareno que, desde hace más de 4 siglos, vestido de negro y
acompañado de su campana, anuncia la celebración de La Semana Santa.
Todo ello
al pie del famoso Castillo de Los Templarios. Una de las mayores fortalezas del
noroeste de España en La Edad Media y obra militar muy compleja, perteneciente
a varias épocas, que no dudamos en visitar.
Nos
acercamos también hasta La Basílica de La Virgen de La Encina del S. XII,
aunque muy remodelada. Es uno de los lugares de peregrinación más populares de
la comarca gracias a La Virgen de la Encina, Patrona de El Bierzo.
Cuenta la
leyenda que Los Templarios encontraron la imagen de La Virgen dentro del tronco
de una encina, de ahí su nombre, donde la habían escondido siglos antes para
salvarla de las razias musulmanas.
Nos gustó
también La Torre del Reloj ubicada sobre El Arco de Las Eras, una de las
puertas de La Muralla Medieval y cercana a La Antigua Cárcel de La Villa, hoy, Museo del Bierzo.
No pasamos
por alto La Plaza del Ayuntamiento con El Edificio de La Casa Consistorial de
principios del S. XVIII y que presenta una estructura central flanqueada por
dos torres, que rematan en una esbelta aguja al Estilo Austria. Todo ello bajo
la sonrisa sempiterna del Barquillero.
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