sábado, 12 de junio de 2021

Por Los Chozos De La Sierra Do Suido

 La Sierra do Suido y los chozos por ella esparcidos son los protagonistas de esta caminata. 

Que iniciamos en terrenos del Ayuntamiento de Avión. Allí mismo nos impresiona la inmensidad de la sierra en donde ahora los gigantes de 3 brazos vigilan al caminante y al ganado vacuno que por allí pace en los abundantes pastizales. 

Aprovechados para este fin desde época medieval, sobre ellos se habilitaron unas construcciones para albergar temporalmente a los ganaderos. Se conocen como chozos. El primero que encontramos es El Chozo de Cernadas en medio de un campo verde.

De paredes y techo totalmente de piedra, con grandes losas que descansan sobre arcos de medio punto, tienen el tejado cubierto de musgo para aislar de la humedad y el calor. Algunos de ellos en el exterior poseen un banquito como éste.

           En sus inmediaciones vemos una fuente con abrevadero para los animales. 

Y, muy cerca, El Chozo de San Xusto que nos muestra su abovedado interior y un apoyo de piedra en el exterior.

La belleza de la sierra, con su verdor iluminado por un cielo azul intenso y multitud de flores silvestres, envuelve al senderista que pasea su mirada por la basta amplitud del horizonte.

Mientras va recorriendo la senda adornada con formaciones rocosas de variada forma y tamaño. 

La vista se expande al tiempo que el corazón y alma se llenan de emoción y colorido.

Camina con sigilo el caminante escuchando los murmullos del aire silbando entre las grietas.  

Y llega así al paraje en donde se encuentra El Chozo de San Vicente acompañado por el amarillo de tojos y retamas y el verdor de la vegetación de su tejado.

A unos cientos de metros descansa El Chozo de Oroso

Continúa el viajero su periplo sorteando algún que otro riachuelo por veredas serenas y apacibles.

Antes de arribar a los dominios del Chozo de Abelenda en un rincón tranquilo y agradable bajo el cálido sol de la mañana.

A un tiro de piedra encontramos otra fuente con abrevadero adornada con plantas acuáticas y, para nuestro regocijo, con algunos tritones en su interior.

Y sin más dilación nos dirigimos al emplazamiento del Chozo de Rodeiro

En torno a la edificación principal de los chozos existían unas construcciones menores, unas cuadras, destinadas a cobijar a los animales.

Las podréis ver si visitáis este Chozo de Rodeiro. 

Y así, con el embeleso de esta pequeña maravilla, proseguimos camino con el clamor musical del viento en nuestros oídos, el colorido de la sierra en nuestra mirada y el frescor del agua en la fuente de una pequeña Área Recreativa, allí en la inmensidad de la sierra.

Pasamos también al lado de otro abrevadero cubierto de verdes algas. 

Y el caminante vuelve a la amplitud de miras del sendero bajo un cielo azul infinito sabiendo sobre él la sempiterna vigilancia de los eólicos.

Tiramos hacia delante con agradables sensaciones y nos topamos un paraje encantador con varias pequeñas cuadras con muestras de que todavía son utilizadas.

El Chozo de Mangüeiro y otra pequeña construcción, con el peso del paso del tiempo sobre sus estructuras, están muy cercanos.

Si os fijáis allí veréis también un conjunto de losas verticales que servían para delimitar la zona de cada chozo. 

Una refrescante fuente ofrece su agua a todo el que por allí pasa.

Y el senderista retorna lentamente al punto de inicio serpenteando con el camino salpicado de molinos eólicos.

 Atrás quedan los momentos amplios y coloridos de la sierra y la sonoridad del viento con su sinfonía incompleta dejando para siempre un encanto en el alma.

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