En La Sierra de Sintra, Portugal, se alza majestuosa, la explosión colorida del Palacio da Pena.
Proporcionando momentos intensos y llenos de armonía.
Así descubrimos La Cruz Alta, un mirador desde el cual, en días despejados, se obtienen bonitas panorámicas del palacio y sus alrededores, que el telón de la niebla nos ocultó.
Accedemos hasta él por un sinuoso camino entre las rocas.
La niebla, cual fantasma deslizándose entre los árboles, seguía en nuestra compañía, y hasta una ligera llovizna nos hizo un breve saludo.
En esas estábamos cuando vimos surgir una figura entre la neblina y en lo alto de unas rocas. Se trata de La Estatua del Guerrero, velando por todos sus dominios.
Emocionados, proseguimos camino que nos llevó a otro mágico rincón con El Templo de Las Columnas como protagonista.
Después de conocer más maravillas dispersas por el bosque regresamos de nuevo al Valle de Los lagos cuya agua en su quietud reflejaba paz y serenidad.
Y ya nos dirigimos hacia El Palacio que encontramos alegre y bullicioso en su atalaya.
Desde el inicio, en su imponente entrada de decorado arco, nos sentimos emocionados por su silueta distinta a todos y que lo hace único en el mundo.
Mandado construir por Fernando II en el S. XIX su estructura nos muestra una mezcla de estilos arquitectónicos. Con elementos clásicos portugueses como los azulejos. También otros propios del Romanticismo como referencias mitológicas.
Impresionante la escultura de Adamastor, criatura mitológica que nos recibe a la entrada del palacio.
También motivos mudéjares y manuelinos integrándose con almenas, torres y ventanas góticas,…
Su interior se puede visitar y en él, podremos contemplar las habitaciones, el mobiliario barroco y los enseres de la realeza portuguesa del S. XIX y su corte.
Preciosos los ornamentados techos de las estancias.
Y en general todo el tiempo que allí pasamos yendo de maravilla en maravilla que quedarán por siempre en nuestra memoria.
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