Y por fin fuimos a conocer El Puente Colgante de Calvelo.
Se yergue sobre El Río Lérez con el que
tomamos un primer contacto antes del puente en una pequeña Área Recreativa
perfectamente acondicionada.
Ya aquí las aguas del Lérez nos muestran dos
aspectos diferentes. Uno en que aparecen intranquilas y revueltas en
vertiginosos rápidos.
Y otro apacible y tranquilo en que incluso se
vuelven espejo en los que se miran los árboles y la cuerda que colgada del árbol
espera al intrépido que desde ella se lance.
Y ya nos dirigimos hacia nuestro objetivo.
Primeramente por una pasarela de madera desde donde seguimos contemplando las
revolucionadas aguas.
Y la portentosa estructura del puente con sus
fuertes anclajes.
En esas estábamos, admirando el puente y el
estruendoso río, cuando algo llamó nuestra atención: ¡Era un molino!
Su figura solitaria y muda, ahora cubierta de
la verde y musgosa pátina del tiempo, se alza orgullosa reclamando también el
cariño del visitante.
Que desde su emplazamiento contempla la
hermosura de la obra del hombre en la estilizada línea del puente, y la de la
naturaleza en el río y su cauce.
Y por fin pusimos el pie en el puente colgante que oscilaba ligeramente a nuestro paso.
Aunque no sentimos ningún temor confiando en
su firmeza que nos permitía poder apreciar toda la armonía que allí se
desprende.
Continuamos el paseo pisando sobre los restos
de un molino cuyas ruinas casi se mimetizan con el paisaje.
Movidos por el sonido del agua nos acercamos a
tocarla y de nuevo fuimos obsequiados con un precioso espectáculo del Lérez en
todo su esplendor.
Seguimos la senda alfombrada de seca hojarasca sembrada por robles y otro arbolado.
No perdemos de vista a nuestro río que nos
acompaña cantarín a nuestro lado.
Es otoño y su mano de pintor se nota en el
paisaje.
Que se nos va mostrando al tiempo que nos
deslizamos serpeando con el río.
Al que algunos regatos donan su agua y que
tenemos que sortear con ayuda de oportunos pontones de madera.
Momentos hay en que el caminante va entre prados en donde pacen algunos animales.
Pero no cabe duda de que el protagonista es El Lérez siempre omnipresente.
Mientras el senderista va desgranando los metros de la sinuosa senda. Que lo retornan al enclave en donde se haya El Puente Colgante.
¡Verdadero rey de esta caminata cortita pero preciosa!
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