¿No os parece impresionante?
Podréis tener la misma
instantánea si os acercáis hasta Buendía, Cuenca, y realizáis la conocida como
“Ruta de las Caras”.
Para ello primero nos adentramos en un fresco bosque que nos va indicando el camino y desde donde ya se atisban algunas imágenes del cercano Embalse de Buendía.
Y que nos va llevando a conocer un grupo de esculturas talladas en roca que representan diversas figuras. La primera que encontramos es “La Moneda de La Vida”.
El alma del senderista se
entusiasma al encontrarse en este verdadero museo al aire libre rodeado de
variada vegetación propia de la zona.
Después de La Cruz del Temple,
nos sorprende Krishna, basada en un dios hindú, adornado con plumas de pavo real.
El caminante va siguiendo el itinerario
ayudado a veces por oportunos peldaños y vislumbrando de vez en cuando las serenas
aguas del pantano.
Dos gigantescas e hieráticas caras lo
contemplan. Son Maitreya, que para El Budismo es el próximo Buda histórico, y Arjuna,
héroe y maestro espiritual hindú.
El azul del embalse nos atrae y reclama
nuestra atención.
La Espiral Del Brujo
con su movimiento rompe el tiempo y el espacio para
conducirlo a lo infinito.
El gigantesco Chemary, La Monja, y muchos
otros se nos van apareciendo como un estallido de belleza en las piedras
areniscas.
Pasan los minutos y por allí deambulamos
maravillados tentando ver todos los detalles y absorber toda la energía que se
palpa en el ambiente.
Magia que efluye de los personajes por allí
intercalados como, entre otros, un impresionante Chamán, guardián del bosque, de mirada
penetrante esculpido en lo alto de la pared rocosa.
Es una maravilla el pasear y dejarse llevar
por el singular paraje siempre bajo la mirada atenta de los personajes por allí
intercalados con la vegetación y el embalse.
De entre todos, hay uno que destaca por su
singularidad, tamaño y el emplazamiento en el que está esculpido que facilitan
su visión desde distintos lugares de la ruta.
Su autor la tituló “De Muerte”, una calavera
que no nos deja indiferentes y que desde su atalaya, a vista de pájaro, parece
mirarnos, soberbia, a nosotros, simples mortales.
Cerca de ella nos espera “La Dama Del Pantano”
de aspecto sereno.
Que nos invita a un paseo cerquita de las
aguas, que aceptamos encantados.
Llegamos así al enclave en que se encuentran La
Cruz de Malta, La Virgen de La Flor de Lis y La Virgen de las Caras, con El Sol
y La Luna tallados en su manto.
Seguimos caminando con la vista puesta en el
pantano y dejando atrás poco a poco este lugar pintoresco y lleno de misterio y
ensoñación.
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