No hace mucho estuvimos visitando
Potes, conocida como la villa de los puentes y las torres.
Situada en Cantabria se
encuentra rodeada de montañas como Los Picos de Europa, que se avistan desde
distintos puntos.
La historia de esta villa, con una
arquitectura llamativa, se remonta al medievo. Nosotros lo primero que encontramos fue La
Iglesia de San Vicente que se puede decir que son dos iglesias en una, la
primitiva del S. XIV y la nueva empezada a finales del XIX.
No dudéis en pasar al interior y contemplar
sus retablos barrocos, la mayoría procedentes del antiguo Convento de San
Raimundo, dominico, del S. XVII que aún conserva de su época la fachada y el
claustro.
En sus inmediaciones encontraréis información
del Camino Lebaniego y monumentos varios como el dedicado al médico rural.
Por Potes se deslizan las
aguas del Río Deva al encuentro del cual nos dirigimos encontrándolo apacible y
sosegado besando las piedras del Molino de Palacio.
Y casi sin darnos cuenta
nos encontramos delante de uno de los símbolos de Potes: La
Torre del Infantado.
Para acceder a ella ascendemos unos escalones
que permiten admirarla desde otra perspectiva.
Actualmente es Casa Consistorial y sala de
exposiciones aunque en su día desempeñara el papel de cárcel.
Se trata de una casa-torre del S. XIV, planta
cuadrada y rematada por cuatro torres angulares terminadas en almenas.
Inicialmente perteneció a Don Tello, Señor de
Liébana, y a partir del S. XVI pasa a manos de la familia Santillana.
Si os adentráis por el casco viejo de Potes
encontraréis más edificaciones en forma de torre como la cercana Torre del
Orejón de la Lama del S. XV.
Pero el encanto de Potes reside en pasear
tranquilamente por el casco antiguo.
Pausándonos en La Plaza del Capitán Palacios
con su templete en el centro, a los lados los típicos soportales y enfrente la
silueta de La Torre del Infantado.
Admirando el aspecto casi medieval de sus
casas y calles empedradas.
Y encontrando mágicos rincones con el colorido
y sabor de antaño.
Por donde los peregrinos a Santiago de Compostela o al
Monasterio de Liébana, allí a dos pasos, pasan lentamente procurando no romper
el hechizo que se percibe en el ambiente.
Y que nos anima a patear y querer conocer
hasta el último rincón.
Por Potes también trascurre El Río Quiviesa
sobre cuyas aguas y sobre las del Deva ya
nombrado se alzan varios puentes.
Son El Puente de La Cárcel y El puente Nuevo,
que al mismo tiempo que nos llevan de un lado a otro de la villa nos
transportan más allá del presente a épocas olvidadas.
Sin olvidar El Puente De San Cayetano, que
para nosotros, junto con su entorno, constituye la guinda del paseo por Potes.
Es medieval y agasaja al visitante con unos
momentos de relax, poesía y placidez.
Su estructura inconfundible atrae la mirada
desde diversos puntos de la villa.
Fijaos en todos los detalles que lo rodean y
que contribuyen al encanto del lugar.
Y que sin duda os harán querer regresar a este
lugar de ensueño.
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