Los senderistas del Blog
Grupo de Andainas Rías Baixas regresamos a la localidad de A Airoa para
disfrutar del espectáculo ofrecido por La Cascada de Casariños.
Iniciamos nuestra
caminata en un área acondicionada por La Comunidad de Montes de A laxe,
Fornelos de Montes, con fuentes y conjuntos de piedras.
Algunas simulan menhires
y otras construcciones prehistóricas como las de Stonehenge que contrastan con
la visión de los modernos eólicos allá en la lejanía.
Y ya muy cerquita
escuchamos el alboroto del agua deslizándose montaña abajo. Es la, también
llamada, Fervenza de Fonte Uceira a la que admiramos embobados.
Hay habilitado un camino
para acercarnos hasta la base misma de la cascada y allá fuimos.
Como podéis ver es uno de
los saltos de agua más bonitos de Galicia y es todo un privilegio el tenerlo
tan cerca para poder disfrutarlo.
Continuamos la marcha con
la nota risueña de varios regatos saliéndonos al paso.
Y ya muy pronto nos
encontramos con Los Chozos de Casariños.
Utilizados para guardar
el ganado o como refugios de pastores, estos de Casariños presentan mucha
semejanza con los dólmenes de La Prehistoria.
Los dejamos atrás bajo la
atenta mirada de los gigantes de tres brazos.
Apacibles caballos se
muestran atónitos ante nuestra presencia.
Todavía es invierno pero estos
parajes lucen brillantes y la sierra, en calma, nos cautiva.
Por la solidez de sus
piedras y la amplitud del horizonte que se divisa desde distintos tramos de la ruta, sobre todo, desde El Mirador do Xesteiro
da Airoa.
A tiro de piedra un
puente metálico nos impide mojar los pies en El Río Val do Home.
Y lo mismo hacen unas
oportunas poldras poco más adelante.
Nuestros pasos nos
encaminan hacia el enclave en el que se encuentra A Pedra de Abalar.
Toda ella rodeada de
otras formaciones rocosas que contribuyen al encanto del momento.
El escenario, en el "Camino
Dos Arrieiros", parece idóneo para una
película del Oeste.
Se trata de O Coto dos
Ladróns. Unas formaciones rocosas con oquedades en donde se dice que se escondían cuatreros,
asaltantes de caminos y la mismísima Pepa A Loba.
Tiene el viajero momentos
también para una pausa con fuentes, rústicos asientos y mesas.
Es nuevamente a orillas
del Río Val Do Home.
Realmente un espejo del
alma azul y verde de estas tierras.
Y auténtica antesala del
tesoro que nos aguarda.
Los Chozos Do Corral Do
Porto, no hace mucho descubiertos, auténticos testigos mudos de nuestro pasado.
El caminante vaga entre
sus muros con el alma nostálgica y realmente cautivada.
Y vuelve a los caminos
con calma, la alegría y otras sensaciones a flor de piel por poder estar allí, en
sintonía con La Madre Naturaleza.
Que nos ofrece a
continuación la magia de La Cascada de Coto Grande.
Un antiguo pontón y un solitario
molino sin duda saben mucho de la historia del lugar.
Que, junto con los
tradicionales hórreos, guardan celosamente entre las piedras de sus
estructuras.
Que sobreviven al paso
inexorable del tiempo dibujando mil y una sonrisas en nuestros corazones.
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