La Ría de Muros y Noia es
protagonista esta semana en El Blog Grupo de Andainas Rías Baixas.
Nuestra caminata
comenzaba en Esteiro, Muros. Cuando llegamos, muy tempranito, la tenue luz de la
mañana envolvía suavemente el despertar del pueblo mientras las barcas gozaban de
un merecido descanso.
Lo primero que visitamos
es La Iglesia de Santa Mariña que junto con algún cruceiro pone la nota religiosa a la jornada.
Luego, nuestros pasos nos
llevan por callejuelas estrechas mostrándonos las sencillas casas marineras orgullosas
de sus hórreos de piedra.
Comenzamos después un
ascenso a través del bosque caminando a través de muros antiguos cubiertos de
verde musgo.
La senda se va empinando
cada vez más. Tomamos un respirito mientras contemplamos la llamada “Pedra das
Pías”. Una columna de granito en donde se pueden distinguir grabados rupestres,
letras, cruces uy otras inscripciones junto con cazoletas y hendiduras.
Algo más adelante nos encontramos
con gran abundancia de formaciones rocosas más o menos agrupadas que curioseamos
detenidamente.
Seguro que encontraréis
diversas esculturas formadas por la acción
de la Madre Naturaleza y que os provocarán una sonrisa al contemplarlas.
Desde diversos puntos
podréis atisbar el azul del mar.
El camino ahora se
estrecha y el caminante lleva sus andares a través de pasadizos entre las
grandes moles graníticas.
Y, así ,rodeados de
piedras por todas partes, llegamos así al emplazamiento de “A Pedra do Cadro”.
El enclave es una
verdadera atalaya sobre La Ría de Muros y Noia.
Que se presenta en toda
su amplitud y esplendor a los ojos del senderista que hasta allí llega.
En la cima os llamarán la
atención el gran número de oquedades erosionando las rocas y en donde se
estanca el agua de la lluvia.
Te muevas por donde te
muevas todo es un perfecto balcón hacia el océano.
Contemplando todo esto
desde aquí arriba nos reafirmamos cada vez más en la idea de que vivimos en un
auténtico paraíso entre mar y montaña: Galicia.
Continuamos camino y la
belleza de la ría permanecerá con nosotros durante largo rato.
El paisaje vegetal que
vemos ha cambiado pero continúa salpicado de manchas rocosas a uno y otro lado.
Pétreas figuras grisáceas
siguen con atención nuestros movimientos. Mimetizadas con el ambiente miran
altivos a quienes se atreven por sus dominios.
Pequeños matojos y algún
que otro pino estilizado aquí y allá pueblan estos parajes.
Salimos del pedregal, nos
dejamos llevar por una amplia pista y
tras un descenso nos encontramos el alegre discurrir del Río Maior.
A veces sus aguas forman
bonitos rápidos.
En sus orillas algún
viejo molino acompañado de vegetación propia de ribera, laurel real y también
castaños y algunos alcornoques.
Cruzaremos una rústica
pontella.
Y por este paseo de
tablas desvencijadas nos iremos acercando al final de nuestra andaina.
Ya salió el sol, que luce en lo alto, la gente
pasea con la familia y las barquitas se mecen suavemente en la lisa superficie
de la ría.
Y los senderistas sonríen
satisfechos de haber podido conocer otro bonito rincón de nuestro particular paraíso.
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EL QUE SUSCRIBE (Enrique Tajes Romaní. Nacido en Noviembre de 1942 en Medrón", hijo de Manuel Tajes Valle de Piedra Parida" en O Maio y de Lourdes Romaní Santiago. Nieto de Enrique Romaní Ferrer (de Blanes en Barcelona) QUIERE AGRADECERLES ESTA OPORTUNIDAD, PARA PEDIRLES QUE INTENTEN HACER EL MISMO TRABAJO, PERO EN VIDEO. De antemano, les quedo muy agradecido.
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