Estos días se está hablando mucho en los
medios de comunicación del Castro de Candaz, en Chantada, Lugo.
Todo ello debido a que el bajo nivel de las
aguas del Encoro de Belesar han permitido que el castro, hasta ahora sumergido, se haga
visible y accesible a pie para todo aquel que lo desee visitar.
Hay quien llega con el coche hasta cerca de su
emplazamiento, pero los senderistas del Blog Grupo de Andainas Rías Baixas, como
no podía ser menos, llegamos teniendo por compañeros nuestros bastones y las
inseparables botas.
Comenzamos nuestra caminata al pie mismo de La Iglesia de Sobrecedo en Taboada.
Aquí la veis a pleno sol pero, por la mañana
bien tempranito, un manto de espesa niebla blanquecina cubría todos los alrededores
y nos costó dar con ella.
La escarcha había caído durante la noche tiñendo
de blanco los árboles del camino.
Toda la zona está dedicada a la viticultura
que se realiza en los tan característicos socalcos de La Ribeira Sacra, hoy
difuminados y apagados bajo la bruma.
Estos bancales nos acompañarán durante casi
todo el recorrido. Nos encantó verlos sobre el marco incomparable del
embalse.
Siluetas de antiguas casas, hace tiempo anegadas
por el líquido elemento, y ahora emergiendo, cual embajadoras de un pasado recio
y hermoso, se destacan aquí y allá sobre el espejo del embalse.
El alma del senderista se regocija ante las
primeras visiones del castro allí emergente en medio del encoro.
Y que será compañía constante en esta parte de
la ruta.
Acercaos también hasta el lugar en donde El Río
Enviande se precipita para dar su agua al Miño, formando una impresionante
cascada.
Comenzamos después una fuerte subida a la búsqueda
del castro antiguamente sumergido. No olvidéis de echar la vista atrás y lo
encontraréis allí, tranquilamente a vuestra espera.
Llegados a las inmediaciones de Mosteiro nos
reciben este cruceiro y el palomar cercano próximos a La Iglesia de Xillán.
He de decir que, debido a la repercusión mediática,
gran cantidad de gente, ávida de conocer este retazo de nuestra historia, se
encontraba ya por allí desfilando a través del estrecho pasaje de acceso al castro.
Y, por fin, ahí estaba el objeto de nuestro
paseo, luciendo espectacular bajo los rayos de Lorenzo que también quiso
sumarse a la fiesta.
Una vez en su interior cada uno se busca la
vida para desplazarse ya que no hay caminos definidos.
Pero caminaremos siempre inmersos en pura
belleza, nunca mejor dicho.
Piedra y agua como elementos esenciales.
Azules, negros, marrones y grises en contraste
con las ropas coloridas de los visitantes.
No cabe duda que resulta super emocionante el
estar pisando sobre algo que sabes que hasta hace muy poco estaba sumergido y
que tan pronto lleguen las lluvias volverán a estarlo de nuevo.
¿No os resulta increíble?
¡Una experiencia única!
Y que os recomendamos vivamente.
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