Con La Iglesia de A Escravitude como telón de
fondo enfrentamos ya la última etapa de nuestra peregrinación por El Camino Portugués a Santiago de Compostela.
Y nos disponemos a recorrer los últimos momentos del mismo camino que durante años
y años vienen caminando peregrinos llegados de todo el mundo.
Durante el trayecto nos vamos encontrando innumerables
cruceiros, algunos sencillitos.
Y otros con un poco más de elaboración como el
conocido Cruceiro de Francos descrito ya por Castelao en su obra “As
cruces de pedra na Galiza”.
Datado entre los S. XIV y XV, se encuentra en
una encrucijada al pie mismo del camino y además de la imagen del crucificado,
a ambos lados podemos ver las imágenes de dos peregrinos señalando la antigua vía de peregrinación.
Por cierto que el cruceiro se encuentra al
lado de la bonita Capilla de Rúa de Francos del S. XVII y dedicada al Espíritu Santo.
En la carballeira del mismo nombre.
También veremos varios lavaderos, ahora en
desuso, pero bien conservados.
Diversas fuentes en donde refrescarse.
Algún molino despistado disfrutando un
merecido descanso.
Hay momentos en que el caminante lleva sus
pasos bajo la sombra de protectoras parras.
Otras, a través de
solitarias carballeiras.
Disfrutando de momentos tranquilos y relajantes.
Ya llegando cerca de Santiago hay más
afluencia de peregrinos que se dejan llevar con un paso lento y cansado reflejo
de los muchos kilómetros que sus pies llevan encima.
Ya por fin cerca de nuestra meta nos detenemos
delante de la sencilla y sobria Iglesia del Pilar, de estilo barrroco y, posiblemente, del S. XVIII.
Paseamos nuestra mirada por el alegre colorido
de la alameda con sus estilizadas fuentes.
Y no nos resistimos al encanto de Las Dos Marías, personajes entrañables que no hace mucho recorrían las calles de Santiago llenándolas de alegría y viveza.
Y henos ya por fin delante de La Catedral de Santiago de Compostela,
risueños y satisfechos, con el sueño cumplido.
Numerosos peregrinos y visitantes se agolpaban
en La Plaza del Obradoiro, delante del Hostal de Los Reyes Católicos.
Y del majestuoso Palacio de Rajoy.
Mientras, nosotros hacíamos cola para recibir
La Compostela que acredita La Peregrinación realizada. ¡Buen Camino,
Peregrino!
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