Una semana más desde El
Blog Grupo de Andainas Rías Baixas reafirmamos la idea de que Galicia es el país
de las maravillas.
Como maravilla es en sí esta
ruta por las tierras de Padrenda conocida como senda de los molinos de Gorgua y
Esmoriz.
Y es que es todo un
espectáculo poder caminar por una u otra orilla de los varios regatos que
riegan estos parajes.
Regatos que frecuentemente
bajan encabritados formando alegres cascadas.
Rugientes saltos de agua.
Dulce líquido contorsionista
para evitar las rocas del lecho que humedecen.
Deshilachadas colas de
caballo escurriéndose montaña abajo.
Vigorosos y escurridizos
rápidos.
También refrescantes
pozas.
Y serenos segundos de
tranquilo discurrir.
Momentos idílicos y de plena
conexión con la naturaleza sin nada más en qué pensar.
Como veis, la senda es un
lugar de ensueño que invita a perderse en ella.
Contribuyen a ello las
especies arbóreas, laureles, acebos, alisos, abedules, robles, … que nos
acompañan, sombreando el camino para hacerlo más llevadero.
Estad atentos a los centenarios
castaños que por allí moran, y cuyas formas graciosas y retorcidas harán que
una gran sonrisa ilumine el rostro de los senderistas.
Para cruzar de un lado a
otro de los ríos nos serviremos de pasarelas de madera, o bonitos puentes de
piedra como éste cerca de Freáns.
O esta maravilla en
Esmoriz.
Para ayudarnos en las
frecuentes subidas de la ruta, a veces, nos encontramos peldaños excavados en el
mismo suelo que pisamos, y otras, misteriosas escaleras que parecen querer
llevarnos al infinito y más allá.
Deslizaréis vuestros
pasos a través de pueblos cuyas casas de piedra, solitarias, y sus hórreos vacíos,
nos hablan del encanto de un pasado bullicioso y activo.
Y a todos nos alegra
pasar por lugares habitados y ser recibidos con flores.
Si el calor aprieta, además
de en las aguas de los regatos, también podremos refrescarnos en la fuentes que
vamos encontrando, algunas tan sencillas y
bonitas como ésta:
La senda es muy variada,
y tendremos ocasión de contemplar las lejanas montañas a la par que caminamos
por floridos y silvestres caminos.
No podía faltar el momento
religioso con La Iglesia de San Juan en Monterredondo donde podéis admirar este
reloj de sol.
Y no os podéis perder el
cruceiro de Freáns en donde, además del conjunto en sí, nos llamó la atención
esta figura:
Y ya no os cuento nada más…
Porque lo mejor es vivirlo y disfrutarlo en el lugar de los hechos. Por eso os
animo a que os acerquéis y descubráis por vosotros mismos todas las demás
maravillas que allí permanecen a vuestra espera.
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