Una vez más los
senderistas del Blog Grupo de Andainas Rías Baixas hemos regresado a ese lugar fantástico que es La Costa
da Vela.
Y es que nuestros amigos
portugueses de la Associação dos Amigos do Rio Ovelha de Marco de Canaveses estaban
por tierras gallegas y no resistimos en llevarlos a conocerla.
Comenzamos al lado de la
famosa escultura de la caracola desde donde obtenemos ya una visión magnífica
del Faro de Cabo Home.
Después, claro, continuamos
el recorrido por la calzada empedrada allí muy cerca.
Y que nos llevaría hasta
El Monte Facho de Donón.
Desde allí, como ya sabéis,
nuestra vista se extiende sobre el poblado y la inmensidad del mar.
La garita de vigía del S. XVIII,
imperturbable, siempre en su puesto.
Y también les hablamos a
nuestros amigos del pasado del monte, del que son testigos los restos del antiguo Castro Prerromano, que allí
atesoramos.
Y allá que nos fuimos dando un
garbeo sobre suelo arenoso.
Aunque en algunos
lugares, con bastante vegetación, como para darnos la impresión de que nos encontrábamos
en un selvático lugar bien distinto.
¿Y sabéis a dónde fuimos a dar?
A la espectacular Playa
de Barra.
Que, ese día, encontrándose
casi solitaria se nos ofrecía por completo ante nosotros.
No había ninguna otra
distracción más que el suave oleaje que llegaba a su orilla y los veleros
reposando en las saladas aguas.
A nuestros amigos les
encantó poder caminar tan cerca de la superficie marina por ese sendero que es todo
un encanto.
Y arribamos así al punto
en donde se encuentra El Faro de Punta Subrido con sus dos alturas.
Desde allí, pudimos otear calmamente el horizonte.
Y nos maravillamos una
vez más contemplando la inconfundible silueta de Las Islas Cíes, en donde habíamos
estado el día anterior en una jornada soleada.
Seguidamente pisamos la
blanca y fina arena de La Playa de Melide.
Todo un privilegio pues,
con la marea baja, el caminar se hacía más fácil para los admirados senderistas.
Y a quien encontramos un
ratito después es al colorado Faro de Punta Robaleira.
Desde allí notábamos
sobre nosotros, atravesando las rocas, la mirada persistente del otro faro que por allí mora.
En el Océano, veleros de
blancas velas se deslizaban suavemente cerca de Las Islas de Los Dioses.
Y nuestro amigo Américo,
en el escarpado sendero, buscaba el lugar más idóneo para captar la mejor
perspectiva.
Al pie de Cabo Home, ayer
la visión era ésta: el color verde intenso de las algas que cubren las rocas
sobre las que habitualmente chocan embravecidas las olas.
Aunque el faro en sí, ya
es todo un espectáculo.
Con Las Cíes como
testigos, nuestro amigo Fernando, no dudó en acercarse hasta el pétreo guepardo
para intentar amaestrarlo…
Y en animada marcha
regresamos al punto de partida llevando con nosotros imágenes de todo lo vivido
y de 2 días maravillosos con estas personas en quien encontramos siempre un
refugio de amistad.
Voltem
sempre! Ponte Vedra fica à vossa espera! Muito
Obrigada e Até Já!
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